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José María de Loma.

Felicitaciones navideñas

Un género literario

Estará usted recibiendo felicitaciones de Navidad. Ahí va otra: feliz Navidad. Hay quien prefiere decir felices fiestas, cosa que podría decirse en otra época del año cualquiera. Siempre que haya fiestas. Nadie lo dice en singular: feliz fiesta. Como si hubiera muchas fiestas. Lo que hay son muchos festivos, que es distinto. Las felicitaciones navideñas son un género literario, un género de la cortesía y un género de la descortesía. Hay quien se queja de recibir muchas. Siempre hubo necios. Hay quien se apena por no recibir ni una. Siempre hubo desgraciados.

Ahora, con los grupos de Whatsapp todo el mundo envía y recibe, si bien las que llegan por esa vía son más del género humorístico o cachondo e incluso erótico. Bullen de memes los grupos de amigos del cole, los grupos de compañeros de trabajo, los grupos de exalumnos de Facultad, de miembros de una cofradía o una peña. A los políticos les gusta tirarse el rollo y exhumar unos versos de algún poeta o poetastro. Las felicitaciones de Alfonso Guerra eran legendarias y jugosas y siempre la prensa se empeñaba en encontrar un mensaje oculto. A lo mejor elegía unos versos de Juan Ramón Jiménez y algunos entendían que el burro era Fraga. Y en ese plan. A mí me gusta mucho un poema de Claudio Rodríguez sobre un gorrión pero tenía un amigo en el cole al que llamábamos gorrión y no quise que se diera por aludido.

Los christmas, a los que ya nadie llama christmas, ya no llegan en un sobre elegantón. El mejor christmas es un décimo premiado. Ya no son tarjetones que decoran las repisas de las casas mientras dura la Navidad. Los christmas. Ahora son correos electrónicos o whatsapp que provocan una sonrisa tierna o una tierna repulsión, que nos evocan recuerdos o nos recuerdan personas inolvidables u olvidables. Casi siempre hay una felicitación que se espera y no llega. El ser humano no sería nada sin su capacidad de defraudar. Y no sólo a Hacienda. También hay sorpresas a la inversa. Una felicitación de ese o esa que no esperabas que se acordara de ti. Anotemos también a los cínicos, tan entrañables, que después de apuñalarnos nos desean la bondad que ellos son incapaces de destilar.

Aleje su teléfono de usted mismo cuando al segundo whisky tras generosas raciones de comida y vino esté de sobremesa nochebuenil. Puede que envíe mensajes de los que luego se arrepienta. Conviene perdonar las ofensas pero no las deudas. Hay que ser educado y contestar a las felicitaciones, aunque sean de un político que las envía impersonal y masivamente a toda su lista de contactos, que bien pudiera ser una larga lista de contactos listos y no tontos. Se agradecen también no obstante. Y sí obstante. Feliz Navidad por cierto y de nuevo.

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