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De Teis al cielo, por ancha avenida

Ya no habrá excusas para seguir reteniendo los futuros tramos urbanos Torres de Padín-Buenos Aires-Centro de Vigo, tras el traspaso de titularidad y competencias de la autopista A-9 a la Xunta de Galicia. Se abre la ventana que permitirá airear la integración del gran acceso urbano por el NE de la Ciudad. Es el momento oportuno para plantear el rediseño de un ajardinado viario, ante la herencia entramada de caminos y malos accesos seculares que afecta a un territorio superpoblado. Teis podría dejar de ser esa especie de ciudad fantasma condicionada por su medio físico, cruzada y mutilada por el ferrocarril y la autopista a través de un auténtico campamento de la supervivencia. Este territorio histórico tiene que soñar con una amplia avenida y nuevos accesos, que permita situar este distrito en donde debe estar.

Pero claro, se trata de la reconversión viaria en una de las principales entradas a la ciudad de Vigo, nada menos. ¿Permite la titularidad de Galicia sobre la AP-9, la reconversión del tramo de autopista Padín-Buenos Aires-Vigo en tramo urbano, teniendo en cuenta que el regalo de la concesión de Audasa finaliza en el 2048? Tengo la impresión de que la Xunta de Galicia, gobierne quien gobierne, no convertirá la concesión de este tramo de autopista en vía urbana, sin una tipografía más contundente. No sé qué tiene, pero la A-9 es un arma política en manos de una clase política de turno con objetivos muy concretos y con el tradicional fraude de las promesas incumplidas. Tengo la impresión de que la AP-9 es un arma tremenda en manos políticas para manejar y manipular a la opinión pública. A estas alturas no se puede caer en medio del humo que produce la búsqueda de la paternidad de la primera petición de transferencia, después de otorgar favores políticos a Audasa y permitiendo subidas de los peajes más altos del Estado, posibilitando el saqueo y pillaje.

Lo que hace esta concesionaria lo convierte en arte; un arte amenazado por el codicioso aumento de tarifas y cumplimientos sin cumplir, con obras inacabadas y el logro de compensaciones con incrementos acumulativos durante treinta años más? Llegó un momento en el que la indignación social ya no es ruido. Se impone el interés público, el interés general, para que el lobo ya no pueda contar el mismo cuento a unos ciudadanos que también son responsables de su propia suerte.

*Publicista

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