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Santiago Lago Peñas.

Las universidades gallegas y Feuga

El Mundo cambia a velocidad creciente y se hace más complejo. Las interrelaciones entre territorios, agentes y dimensiones se fortalecen y obligan a pensar más que nunca a empresas y administraciones públicas para no meter la pata. Decisiones de inversión, innovación en procesos y productos, eficacia en la toma de decisiones?

En paralelo, la universidad de se enfrenta a un desafío mayor. Las nuevas tecnologías ponen en riesgo el sentido de buena parte de la docencia universitaria. La posibilidad de enseñar a miles de kilómetros a través de hologramas y tener a cientos de miles de alumnos simultáneamente atendidos por un solo profesor y una red de colaboradores humanos y artificiales es real. Es solo una cuestión de una o dos décadas. Y en lo que atañe a la investigación, la tendencia actual es a la concentración de recursos, con lo que ello supone para las universidades periféricas.

Algunos verán en lo anterior un escenario lúgubre. Yo veo lo contrario. Si somos capaces de adaptarnos, la universidad gallega puede llegar a ser más importante y fuerte que nunca. Pero eso exige cambios. En primer lugar, tenemos que encontrar y cultivar las fortalezas de la docencia de proximidad. En algunas disciplinas, con un componente práctico mayor, es más fácil. Pero es algo que debemos hacer todos. Y eso pasa, seguramente, por ofrecer a los alumnos conexiones más fuertes con el entorno. Una docencia que les ponga en contacto con el Mundo real a través de la universidad. Eso supone, desde luego, una revolución en el nivel de postgrado, pero cambios significativos también para los alumnos de grado.

En segundo lugar, hay que apostar con claridad por la transferencia de conocimiento. La universidad tiene que ser un cerebro auxiliar de las empresas, administraciones y sociedad gallegas. Precisamente, la necesidad de lidiar con esa complejidad a la que hacía referencia al principio es una gran oportunidad para las universidades. Tenemos que adaptar la organización para hacerlo. Necesitamos que un porcentaje significativo de nuestros investigadores y profesores pasen más tiempo fuera de los recintos universitarios.

En tercer lugar, tenemos que perseverar en la acertada estrategia de la Xunta de apostar por los grupos con capacidades. Porque de lo que se trata es de crear nodos de excelencia en las universidades gallegas que tengan capacidad y deseo de integrarse en redes europeas y mundiales. Puede que no lleguemos a ser el centro de la red en casi nada, pero sí una pieza relevante en muchas cosas.

Lo bueno es que tenemos rectorados y equipos de gestión muy conscientes de lo anterior, especialmente el de la Uvigo, que se están esforzando notablemente para allanar el camino a profesores e investigadores. Lo malo es que las estructuras administrativas son un corsé disparatado en numerosas ocasiones. Lo que hace la universidad y, sobre todo, lo que debería hacer en el futuro, hacen que no sea una administración pública al uso. Necesitamos herramientas complementarias diferentes, que den más flexibilidad, que garanticen rendición de cuentas y control, pero que den solución ágil a las necesidades en el campo de la transferencia de conocimiento en sentido amplio, lo que incluye parcialmente a la docencia. Afortunadamente, en Galicia contamos ya con una de esas herramientas. Mientras esperamos por cambios legales de calado a escala estatal, la Fundación FEUGA debería reforzarse ya muy sustancialmente para aprovechar las grandes capacidades hoy maniatadas. Tenemos que pensar urgentemente en los detalles de cómo lo hacemos.

*Director de GEN (Universidad de Vigo)

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