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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los paralelos

Uno de los tópicos que repiten con más frecuencia los grupos minoritarios es que, sea cual fuere la aritmética parlamentaria, la justicia y la razón les pertenecen casi en exclusiva. Por supuesto, ese punto de vista no se proclama abiertamente, sino que se aplica como si fuese ya una verdad aceptada. Solo varía cuando se modifican los resultados electorales, pero entonces se cuidan con esmero de evitar que alguien le recuerde su etapa opositora cuanto identificaban minoría o libertad. Lo peor, para ellos, es la tozudez de los hechos y la memoria de la sociedad democrática.

El introito viene a cuento de la charlotada que la oposición va a desplegar bajo el cartel de "comisión paralela sobre los recortes sanitarios de la Xunta". O algo parecido: no resulta necesario el rigor, ni siquiera el descriptivo, porque nada hay es serio, con la excepción del fallecimiento de un paciente y la lógica voluntad y el dolor de sus familiares que exigen una explicación de por qué pasó lo que pasó. Será difícil que la obtengan, ya que quienes recogerán sus opiniones tienen menos interés en el caso que en la vertiente político/electoral de su repercusión.

Y, aunque lo parezca, no se trata con lo dicho de elaborar un juicio de intenciones. Se sustenta la opinión en los precedentes y en el propio origen de esa comisión en la que toman parte diputados "paralelos" -por fuera- a la representación institucional que sustentan y los legitima. Y que buscan -ya se ha dicho- ruido antes que la verdad. Si no fuere así utilizarían el marco lógico -la "otra" comisión, la institucional- paro buscar esa verdad, exigirían la publicación de los resultados de la pesquisa del propio Sergas y, de no obtenerla, denunciarían a quienes la ocultan.

Se ha citado el término "precedente". Y ha de rescatarse porque ese tenderete que al parecer se abre el lunes puede servir para convocar otra "comisión" que enjuicie -no que "investigue"- cualquier cosa que le convenga a sus inductores. O, quizá, consagrar un Valedor do Pobo e incluso otro Parlamento, también paralelos, cuando sus resoluciones o votaciones no les convengan. Y, ya puestos, ¿por qué no una Administración en la órbita de una Xunta paralela? Puede parecer exagerado, pero a poco que se piense despacio, es posible: antecedente, hay.

Es cierto que una imprescindible seriedad democrática debería hacer imposible este tipo de iniciativas. Pero cuando fuerzas políticas antagónicas se ponen de acuerdo para elegir no al mejor alcalde posible sino para impedir que llegue al cargo quien ha ganado de largo pero le faltan un puñado de votos para la mayoría absoluta; o alguien se vale para llegar a gobernar el Estado de un pacto con los que quieren conseguir otro propio y diferente, no se puede hablar de seriedad. A no ser, por supuesto que se viva y/o se razone en un universo paralelo, lejano y difuso, sin nada que ver con la realidad denostable. Y eso es, precisamente, lo que les ocurre a los "paralelos" de aquí.

¿O no??

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