Cuando la querella contra Yuste Grijalba aún traía cola, el alcalde sufrió un golpe bajo en forma de filtración envenenada, que provocó un auténtico vendaval y puso patas arriba el Ayuntamiento.

Un informe realizado a solicitud de la propia corporación por la Inspección y Asesoramiento de las Corporaciones Locales, que apuntaba no pocas deficiencias y malas praxis en los principales servicios municipales, llegó a manos de un medio informativo que publicó su contenido de pe a pa. Queizán montó en cólera y casi perdió su flema habitual.

Al alcalde no gustó nada el conocimiento público de las serias deficiencias apuntadas en Secretaría, Intervención, Depositaría y Administración de Rentas, auténtica columna vertebral del Concello. También se enfadó mucho por la divulgación del documento antes de su presentación ante la corporación municipal, porque no había encontrado el momento adecuado. Obviamente, tampoco había comentado su existencia en las reuniones con los partidos, y por esa razón el PSOE reclamó la sustitución de la corporación por una gestora.

Con eso y con todo, lo que irritó de verdad a Queizán fue la filtración en sí misma, puesto que presuponía una traición en toda regla desde su entorno más próximo. El alcalde trató de identificar al culpable de aquel fuego amigo, pero no logró su propósito porque el periodista que obtuvo el informe, defendió a ultranza el secreto profesional. Queizán murió sin conocer al responsable de aquella faena. Desde luego no anduvo descaminado, porque el autor no fue otro que R.L.P, una persona de su confianza.