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Antonio Touriño

El mirador de Lobeira

Antonio Touriño

Algo chirría en los casos de maltrato

Muchas cosas chirrían en el frustrado crimen machista de O Grove. Si, ese que este miércoles conmocionó a la sociedad grovense, retransmitido casi en directo durante tres horas, que por muy poco se cobra la vida de dos personas -agresor y víctima- y que ha dejado con un trauma irreparable a una niña adolescente. Es una situación que nunca se debió de producir. Da igual que el hombre sea un criminal según la Escuela de Chicago, un cocainómano o un psicópata degenerado como se observa en las redes sociales en las que tanto se ha prodigado el malvado Don Juan.

Lo que falló estrepitosamente fue el sistema. Quedó claro que se bajó la guardia cuando un hombre con orden de alejamiento posee las llaves de la casa de su víctima, cuando ese mismo hombre dispone de un arma ilegal de fuego, y cuando nadie se da cuenta de que viaja a O Grove desde su nuevo domicilio en Ourense, o cuando es poseedor de cocaína -aunque solo sea para su consumo-, o simplemente llega a su domicilio y ni un solo vecino alerta de que hay gritos en una casa con ventanas a la calle más transitada del pueblo.

No valen medias tintas. Una orden de alejamiento debe acarrear consecuencias inmediatas. Nadie puede hacer oídos sordos. La coordinación de todos los estamentos debe ser inmediata para que tenga eficacia.

Son demasiadas las víctimas a proteger. Está, en primer lugar, la mujer que sufre el disparo y que pudo perder la vida en el acto; una niña que pudo ser la diana de un desalmado, dos familias extensas que a partir de ahora tendrán que bajar la cabeza por la acción de la oveja negra.

Y también el daño colateral a la sociedad, de otra gravedad distinta, pero igual de tremenda porque supone un fracaso. No se puede tener un fallo de esta guisa y querer resolverlo con una simple foto de una concentración de repulsa, gestos necesarios pero no suficientes.

Prevenir es actuar. El agresor debería estar vigilado con la pulsera electrónica, sometido a frecuentes cacheos para que nunca lleve escondido un arma, vigilado en sus movimientos para que no compre cocaína, apresado si sobrepasa un milímetro la distancia del alejamiento. A un miserable no se le puede tratar con tantos miramientos. Los que estaban a su alrededor también tienen derechos.

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