Por los túneles del pasado aparece deshilachada esa izquierda que ahora quiere estrenar traje nuevo en Cangas. Ahora, que ancheó de hombros en el gobierno, y que ya no necesita de arrugas para ser moderna, quiere hacerse mayor, olvidar el patalón corto y la falda de tablas en la taquillas de la memoria y salir al descubierto al nuevo escenario electoral. No solo es mayor de edad, sino que se hizo ya cuarentona y oculta cicatrices que aún sangran en sus siglas de tanta lucha interna, de tanto desapego y tanta desazón por lo que ahora se reivindica, otra vez, a fuerza de plegarias al olvido y flagelación de la razón. Pero ya no es ese desolado paisaje en el que habitaba antes. Ahora la tierra que pisa está bien abonada, más allá de los mestres composteros, y tiene otros rivales de los que ocuparse y que acaban de incorporarse al cambiante escenario de la política española.
