La inteligencia estética, es el potencial que tienen las personas para percibir la belleza, la capacidad de ser impresionados por ella y experimentar emociones y sensaciones. Piero Ferrucci, psicoterapeuta y filósofo Italiano, se ha centrado en analizar cómo procesan esa belleza los humanos, y qué significado tiene para ellos.
El psicólogo Ferrucci, describe la inteligencia estética como un potencial, una habilidad y una forma de entender lo bello, lo hermoso, que actúa estimulando el interés por lo bonito en el sujeto, y llevando a éste a la comprensión de la belleza en el mundo. Y esa aptitud, acaba creando en la persona un rango de sensaciones e impresiones altamente satisfactorias. En concreto subraya los beneficios de la belleza, como un don creador de felicidad, sensación de plenitud y sentimientos y emociones altamente positivos, incluso señala que la belleza posee un poder extraordinario para sanar el alma, no en vano titula su obra "Belleza para sanar el alma", afirmando que la privación de la belleza puede generar una profunda sensación de futilidad, agresividad inexplicable, depresión e inquietud.
Los sujetos con un sentido más agudo de lo estético, captan esas impresiones y sensaciones en múltiples facetas de la vida, en las personas, la naturaleza, los animales, los hechos, teniendo en general una especial configuración y sentido de lo estético y que vibra ante realidades neutras para otras personas.
La inteligencia estética, según el autor, se configura por las dimensiones siguientes, gama o el rango estético, profundidad de las experiencias estéticas e integración y asimilación estética. En cuanto a la gama o el rango estético, implica el potencial que tienen las personas de vibrar en situaciones diversas y variadas, como pueden ser, la música, literatura, la pintura, el dibujo, grabados, arquitectura, cine, naturaleza, música, escultura, cosmos, moda, belleza humana, etc?
La profundidad de las experiencias, es la dimensión de reverberación que tiene el sujeto, cuando ha sido impresionado por lo bello, y lo siente de una manera intensa y profunda. Y esta profundidad de experimentar la belleza, le toca hondo, sintiendo el gozo y el éxtasis.
En lo concierne a la capacidad de integrar la belleza, es el factor que permite asimilar al sujeto esas experiencias y así influyendo en él, consigue cambiarlo, enriqueciendo su personalidad, de tal forma que esa integración, permanece en el interior y transforma su ser, favoreciendo las actitudes y los comportamientos desde unos estados emocionales de gozo y plenitud.
Las personas que tengan como objetivo desarrollar su inteligencia estética, pueden comenzar a descubrir museos, flores y naturaleza, gemas y joyas, música, permitiéndose observar intencionalmente obras de arte de toda índole. Al decidir ser conscientes del entorno de arte presente en las vidas, se ampliará el rango estético y se expandirá la mente para captar más y vibrar con diversas situaciones y experiencias. Permitirse la espontaneidad, con la mente abierta y sin esquemas prefijados, sintiendo las emociones del momento y dejándose impresionar por las texturas, los colores, las formas, el movimiento, la luz, los tamaños, los sonidos, el tacto, el olfato. Todo lo que tenga que ver con los estímulos del mundo exterior.
Explorar y descubrir múltiples posibilidades, diversos escenarios geográficos, mundos nuevos, viajando, experimentando y combinando los objetos y la materia de formas diversas. Permitirse sentir y relajarse para identificar impresiones y emociones. Desarrollar las vivencias en el aquí y el ahora, e intentar aplicar la combinación de sentidos, cómo huele la música, a qué sabe un cuadro, que textura tiene el olor, cómo baila una construcción arquitectónica, cómo suena la naturaleza, cuál es el color de los olores. Las personas que practican la actitud de poner en acción su percepción y sensibilidad por lo bello, consiguen desarrollar su inteligencia estética.
(*) Psicóloga
