Nuestros políticos niegan lo que esconden. Actúan bajo la influencia de la presión popular y su voluntad se torna quebradiza a medida que se acercan elecciones. No hay rubor en su actitud, ni espasmos en el estómago. Y no lo decimos solo porque el escurridizo conselleiro de Sanidade convoque, ahora, al alcalde de Cangas y a los portavoces municipales a tan demandada reunión, sino porque sucedió algo parecido con la ampliación del Puente de Rande. Si no fuese por la movida, todo O Morrazo tendría que ir por ese embudo claustrofóbico. El pueblo revuelve en las esquinas de una clase política mediocre que solo sabe gobernar a favor del viento. Es la misma que se retuerce de avaricia en las elecciones y de ego en los despachos, la que anhela el poder.
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