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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El defecto

A pesar de que la mayor parte de las opiniones pública y publicada han dejado bastante claro su rechazo al rumbo tabernario que lleva la política de estos Reinos, parece que varios de sus referentes -aquí y allá- apuestan por mantenerlo. Y no sólo lo hacen algunos cuartilleros de discursos proporcionando estiércol -como dijo don Josep Borrell- a los oradores no ha mucho tiempo, sino incluso unos cuantos asesores de Comunicación a pesar de que saben, siquiera por su condición profesional, que insultar no aporta a la larga ventajas: más bien al contrario.

Lo malo de esa persistencia, desde la opinión personal de quien escribe -que en cualquier caso no discute el derecho de cada cual a equivocarse- es que el insulto, la descalificación y las sugerencias equívocas seguramente dan fruto a corto plazo. Lo que indica que algo huele también a podrido en quienes, por la derecha, el centro o la izquierda son receptivos a esas tácticas. Y lo peor es que quizá no sumen poco, a juzgar por la reiteración en los malos modos y formas que para nada ayudan a la consolidación de una democracia a la que le falta un hervor..

Eso, que es un defecto -siempre desde el punto de vista de quien escribe- aqueja incluso a los que, como la señora Pontón, por preparación y brillantez expositiva no necesitarían de artimañas dialécticas para afrontar la etapa en que ahora está la organización que preside. Y que en pocas palabras consiste en pasar de la supervivencia -seis escaños- al crecimiento, una fase en la que siempre, incluso en el BNG, ha tenido éxito la prudencia, incluso la relativa: esa que el nacionalismo gallego ha demostrado hasta el final del primer decenio de este siglo.

(Se cita, en el terreno del tipo de errores citado, a doña Ana porque tiene más capacidad -o más habilidad- para otros mensajes que sus vecinos políticos. En Marea parece muy condicionada por su entorno radical y antisistema, y el PSdeG-PSOE, lastrado por una dirección que necesitada más experiencia parlamentaria y algo de práctica en la política de alto nivel; de momento se limita a lo que en teoría recomienda -u ordena, sin más- su jefatura en Ferraz o en Moncloa y trata de elevar la tensión en Galicia. Lo que es raro porque Pedro Sánchez pide -en público- lo contrario.)

El panorama no está precisamente despejado, ya que su, por ejemplo, el secretario xeral socialista llegase a relevar al señor Leiceaga como portavoz de su grupo parlamentario, nadie puede descartar que la izquierda viva en un permanente duelo insultador. La referencia la señora Pontón a "la manada" -con minúscula: esa gentuza no merece otra cosa- durante su diatriba contra el presidente Feijóo, y su invitación a que demostrara que no pertenece a ninguna fue inaceptable en un Parlamento serio. Y desde luego no un ejercicio de libertad de expresión, por más que el Tribunal de Estrasburgo se empeñe en confundir churras con merinas.

¿O no??

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