Un niño puede ser traste, despistado, curioso, rebelde y hasta puede querer dominar el mundo. Algo comprensible si recordamos que hemos viajado a la luna o que soñamos con viajar a Marte, somos ambiciosos, es parte de nuestra esencia. El problema viene cuando se combina esa sana ambición con una empatía poco desarrollada, cierta inteligencia y unos educadores desbordados que no han entrenado la frustración. Una bomba que nos puede explotar en la cara en forma de rebeldía, violencia y malas maneras, lo que lamentablemente se conoce como "un niño malo".

Los niños malos no existen, son los educadores que no han sabido conectar con el pequeño y transmitir unos valores pensados, unas consecuencias que le hagan tomar el camino "correcto", un contexto que le haga adaptarse a la sociedad para encajar en este complejo engranaje. Sé que esto puede escocer a muchos, pero si no pensase así debería dedicarme a otra cosa, y además, lo he vivido.

Un niño de estas características está en el top cinco de los retos educativos ya que la combinación inteligencia, dominancia, poca empatía y baja tolerancia a la frustración es un quebradero de cabeza para todos los educadores que se crucen en su camino. Especialistas en desafiar y sacar de quicio rápidamente tienen puesta la etiqueta de malos porque no son sumisos, no son dóciles, no son tranquilos y a fin de cuentas, no son fáciles. Es más sencillo poner una etiqueta que romperse la cabeza día sí y día también para tratar de reconducirlo, para tratar de cambiarlo, para tratar de ayudarlo.

Hay que tener mucho amor a la educación para lidiar con estos pequeños mal llamados diablos, porque no aprenden igual de rápido, porque su cara de "malos" puede despertar nuestra peor versión y porque tienen la peligrosa habilidad de sacarnos de quicio. Todo esto puede hacernos olvidar que ellos no tienen la culpa de nada, son niños, han nacido así y no lo han elegido. Es responsabilidad de los educadores, especialmente de los padres, prepararlos para vivir en sociedad, darles las herramientas necesarias para desenvolverse por la vida, por mucho trabajo que puedan dar (que lo dan).

Me niego aceptar que no hay nada que hacer porque lo he vivido y no es así. Me niego a pensar que no pueden cambiar porque es mentira. Me niego a permitir que se den por perdidos a estos niños porque con mucho trabajo y esfuerzo de toda la comunidad educativa se pueden conseguir grandes cambios.

Si tienes un hijo así pide ayuda, si conoces un niño así, ofrece tu ayuda, si tienes un alumno así habla con tus compañeros y pide ayuda, si tienes un caso así que no avanza lee mucho y pide ayuda. Sea como sea nunca te des por vencido ni lo des por perdido, no abandones a un niño así porque si lo haces lo estás condenando en vida y estás haciendo de esta una sociedad peor, menos empática, menos solidaria, más violenta y más peligrosa. ¿Lo vas a abandonar?

*Psicólogo