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Joaquín Rábago.

360 grados

Joaquín Rábago

La partida no está ganada en EEUU

Han destacado los medios de todo el mundo la gran contribución de las mujeres a la reconquista por los demócratas de la Cámara de Representantes de EEUU, pero no consideremos que la partida está, ni mucho menos, ganada.

Las mujeres han sido, es verdad, las grandes triunfadoras de esas elecciones de medio mandato, sobre todo las del Partido Demócrata, que tiene ahora más de un centenar en la cámara frente a sólo quince republicanas.

También han hecho hincapié los medios en todas las primicias de esos comicios: las dos primeras descendientes de un pueblo originario de América, las dos primeras latinas de Texas, las dos primeras musulmanas o la más joven de la historia en ganar un escaño.

Y se ha interpretado, tal vez de modo exagerado, el triunfo demócrata y la contribución femenina al mismo como la revancha definitiva de las mujeres de aquel país frente a un presidente autócrata y profundamente misógino y racista.

Conviene moderar el entusiasmo no sólo porque el Senado sigue en manos republicanas, sino porque muchas representantes demócratas se impusieron a sus rivales en Estados tradicionalmente conservadores, distanciándose del ala progresista del partido.

Y defendiendo sobre todo causas de interés general como el Obamacare, o criticando el precio de las medicinas y el estancamiento salarial frente a las más radicales, que reclaman el "impeachment" (destitución) del presidente por sus mentiras, su desprecio de las instituciones y sus supuestos negocios con oligarcas rusos.

Entre las pragmáticas está sin duda la mujer más poderosa de la Cámara de Representantes, la veterana Nancy Pelosi, de 78 años, que aspira a convertirse en su "speaker" y goza del respeto de la mayoría demócrata por su afán combativo y su capacidad negociadora.

Pelosi ha sido siempre anatema para los republicanos, que no han dejado de vilipendiarla, pero el sector más izquierdista y joven de su propio partido critica su excesiva dependencia de los grandes donantes, aunque - todo hay que decirlo- sin dinero no puede hacerse política en EEUU.

A muchos puede soprenderles el hecho de que un individuo tan abyecto como Trump, que tantas veces ha hablado con el mayor de los desprecios del otro sexo haya conseguido, pese a todo, el voto de tantos millones de mujeres de aquel país.

Lo cual se explica en parte por la influencia no sólo de los mensajes manipuladores que circulan por las redes sociales sino por el papel de ciertas cadenas de televisión como Fox y también de las mujeres que trabajan en ellas en la formación de la opinión pública.

Entre ellas está, por ejemplo, la ex juez Jeanine Pirro, quien, después de que Trump dijese que "si eres famoso puedes coger a las mujeres por el coño", le defendió con el argumento de que con ella se había portado siempre como un caballero.

Pirro se ha pronunciado en alguna ocasión a favor de limpiar las instituciones del país de críticos de Trump y en otra llegó a referirse a los demócratas como "demorratas".

Pero esa hija de inmigrantes libaneses no se diferencia demasiado de otras colaboradoras de Fox News como Laura Ingraham o Ainsley Earhardt, co-moderadora, esta última, del programa matutino favorito de Trump: "Fox & Friends".

Por no hablar de la más reaccionaria de todas, Ann Coulder, a quien, comentando la reciente matanza de doce personas en un bar de Los Ángeles por un ex militar, sólo se le ocurrió decir que eso no habría ocurrido, de haber estado también armados los clientes.

Es fácil conocer lo que piensa Coulder, quien por cierto se dice cristiana, si nos atenemos a los títulos de sus libros: "Si los demócratas tuvieran cerebro, serían republicanos" o "Demoniacos: cómo la chusma liberal pone en peligro a América". Sin comentarios.

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