Recientemente en el auditorio principal del palacio de congresos Palesco de La Coruña Paco Vázquez y Albert Rivera mantuvieron un mano a mano con la defensa de la Constitución como eje central de sus reflexiones. El exalcalde de La Coruña y Embajador de España cerca de la Santa Sede afirmó, entre otras cosas, que se empieza a tener la sensación de que para mantenerse en el poder se está negociando con la idea de España.

Como era previsible la intervención pública de Paco Vázquez con el líder de Ciudadanos y la clara alusión al PSOE de Pedro Sánchez de que está cediendo a las presiones de los independentistas por seguir en La Moncloa no sentaron bien a los socialistas que campean en torno al poder. Y así, mientras Laura Seara afirmó que Paco Vázquez "está muy alejado de las siglas del PSOE y de todo lo que representa", el senador Modesto Pose señaló que el exalcalde de La Coruña "hoy es una caricatura de lo que fue".

Por su parte, y aunque no es amigo de las polémicas, Francisco Vázquez respondió: "Lo que me parece es que el actual partido sigue poco la trayectoria que debe tener un partido socialdemócrata", añadiendo: "Yo estoy donde siempre estuve, son otros los que han cambiado".

Cualquier observador de la realidad, medianamente atento, y que sea imparcial, se sumará sin reservas a la postura de Paco Vázquez: Pedro Sánchez está desfigurando el "rostro constitucional" que siempre tuvo el PSOE con tal de seguir amarrado a la presidencia del Gobierno; y el cambio no lo ha experimentado el Embajador, sino los socialistas que permanecen callados convirtiéndose en cómplices de esta felonía de la actual dirección contra nuestra Ley de Leyes. ¡Esos sí que son una caricatura del PSOE de Felipe González y Alfonso Guerra!

Es cierto que Pedro Sánchez es presidente del gobierno con un partido que solo tuvo 84 escaños, quedando -nada más y nada menos- que en cuarto lugar entre las listas que se presentaron por la circunscripción de Madrid, obteniendo el peor resultado histórico del PSOE. Es cierto también que le faltaba el apoyo de 92 escaños para tener la mayoría absoluta y que para llegar a esa cifra tuvo que pactar con un totum revolutum de políticos de distintas ideologías, como totalitarios, antisistema, independentistas, golpistas y filo-terroristas. Pero no lo es menos que supo en todo momento lo que hacía y lo que se comprometía a dar a cambio a cada grupo político, gran parte de los cuales no son partidarios que digamos de la Constitución. Por eso, hoy somos muchos los ciudadanos , y entre ellos está afortunadamente una persona indiscutiblemente demócrata con ideas tan claras, valiente y constitucionalista convencido como Paco Vázquez, que tenemos la sensación que él denunció públicamente que Pedro Sánchez y la actual dirección del PSOE están malvendiendo la España constitucional.

Y claro, como él tiene su profesión, es una persona independiente, no es pesebrista, y no tiene que pasar por lo que sea para poder vivir, tiene libertad para decir lo que piensa y para censurar las desviaciones ideológicas de los que solo buscan el poder por el poder. Lo cual duele doblemente: porque denuncia lo que otros piensan y no se atreven a decir, y porque es un intelectual con una voz muy prestigiosa que proviene de la propia izquierda.

Por todo lo que antecede me voy a permitir recordar unas sabias palabras de Antonio Machado en su Juan de Mairena, que viene muy a cuento: "Yo no os aconsejaré nunca el apoliticismo, sino en último término, el desdeño de la política mala, que hacen trepadores y cucañistas, sin otro propósito que el de obtener ganancia y colocar parientes". "Vosotros debéis -prosigue Machado/Mairena- hacer política, aunque otra cosa so digan los que pretenden hacerla sin vosotros, y, naturalmente contra vosotros".

Lo que, a mi juicio, está haciendo Paco Vázquez, por mucho que digan sus antiguos compañeros de partido, es desdeñar la política mala que vienen haciendo Pedro Sánchez y sus trepadores y cucañistas, que no tiene más propósito que, en lo personal, obtener la ganancia de permanecer en la Moncloa y, en lo partidista, colocar a los miembros del partido que llevaban mucho tiempo sin tocar nómina.