Pues la verdad es que, más allá de las imágenes pintorescas, como la de don Francisco y don Alberto sentados en ostentosas poltronas ante el público, sólo los despistados ignoran la trascendencia -relativa, pero cierta- que pueda tener en Galicia el encuentro coruñés de los señores Rivera y Vázquez. Y como lo medible no es opinable, sirvan los datos de asistencia que se recogían en la crónica que de ese acto publicaba FARO DE VIGO; uno de ellos, el número de presentes y su condición: varios dirigentes empresariales y no pocos referentes liberales.

(Se ha hablado de "despistados" a la hora de valorar algunas opiniones sobre el encuentro -así calificado por los organizadores- sobre todo porque tampoco tienen en cuenta, además del factor cualitativo citado, el cuantitativo: de 200 asistentes hace cuatro años a más de mil ahora es mucho crecer, y aunque una parte fuese oyente en vez de militante activo o en ciernes, es mucho sumar. Y eso lo sabe bien por ejemplo el señor presidente del PPdeG, que minusvaloró el acto, como por otra parte era su obligación a la vez que una opinión. Gajes del oficio.)

Dicho lo anterior, procede alguna otra observación complementaria. La primera, desde luego, para subrayar que la asistencia es siempre un elemento volátil. Por ejemplo, si el Partido Popular quisiera una exhibición de su capacidad de convocatoria, con autobuses incluidos, es seguro que rebasaría de largo a Ciudadanos. Segunda, porque es obvio que cuando el señor Feijóo caricaturiza lo que es hoy en Galicia el partido de don Alberto Rivera, tiene razón, pero más importante aún será valorarlo dentro de siete meses, plazo que puede dar muchos sustos.

Sea como fuere, el éxito o el fracaso de Ciudadanos va a depender de cómo plantee la partida aquí, matizando el eje principal de lo que parece será su discurso sobre la unidad de España. Y no porque aquí sea muy numeroso -más bien lo contrario- el segmento social que esté contra esa unidad, pero sí el que apoya el respeto a los matices, desde la lengua a la cultura o a las reivindicaciones en materia inversora; y en ninguna de ellas han estado precisamente afortunados los portavoces de C´s, de modo que habrán de rectificar, dejarse de tópicos y ponerse al día.

Lo más curioso de la apuesta de la opción que quiere representar el nuevo partido, que es el centro político, es que quizá dependa mucho de la actitud de su principal rival en el duelo por ese espacio, que será el PPdeG. Que no es "el de Casado" como tampoco fue "el de Rajoy" -salvados los matices, por supuesto- ni aparenta el desgaste sufrido por su matriz estatal aunque las encuestas tampoco le auguren un paseo triunfal. Ambos tendrán que marcar sus diferencias, pero no podrán negar sus afinidades ni, tampoco, la sensación de que -de partida- están condenados a entenderse, que quiere decir pactar en caso de necesidad. Y ambos tendrán que llevar a cabo con alguna prudencia las tareas de marcaje de territorio y dejar claras sus intenciones de cara al "día después". Va a ser muy interesante, en verdad.

¿No??