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Ceferino de Blas.

Aprobado en cruceros

George Borrow, el inglés que vino a Galicia a vender Biblias, en 1837, definió la ría de Vigo con esta frase: es la bahía más segura del mundo, en la que caben más de mil barcos sin estorbarse.

Antes de llegar a la ciudad, había pasado por Pontevedra, donde mantuvo conversaciones con notables que le hablaron fatal de Vigo. Por eso, cuando llegó, prevenido por la mala fama que la achacaban desde la capital provincial, quedó admirado de lo que vio, sobre todo de la ría.

Tenía razón. Con la llegada del invierno multitud de barcos portugueses venían a Cíes a buscar refugio, huyendo "de la inhospitalaria costa del vecino reino".

El último ejemplo ha ocurrido hace pocos días, cuando inopinadamente entraba en la ría el enorme trasatlántico "Navigator of the Seas", buscando refugio, y para reparar una avería.

No es el primer crucero que lo hace. Desde tiempo inmemorial la bahía viguesa -Carlos Fuente, el gran escritor mejicano, comparaba las de Río y Vigo, y las consideraba bellísimas- cumple esa función.

Todos los marinos y las compañías marítimas saben que cuando surge algún problema grave en el entorno de la costa Sur de Galicia existe un puerto seguro. Y lo buscan en la ría de Vigo.

Es lo que hizo "Navigator of the seas", un crucero habitual. Este año ha entrado en viajes programados varias veces. Y es que Vigo, que fue un importante puerto de trasatlánticos, el mejor del Noroeste, y el que más viajes realizaba a los países de Latinoamérica, se ha transformado en los últimos años en destino de cruceros. Es un sector que cada vez tiene más adeptos y posibilidades de negocio.

Un observatorio de los que miden el grado de satisfacción de los usuarios, en este caso, de los cruceros, la web "Cruise Critic", ha dado recientemente unos aceptables resultados a la escala de Vigo.

Queda lejos el sobresaliente, y mucho más la excelencia, como terminal de cruceros, pero ha superado los niveles mínimos de las cuestiones que interesan a los pasajeros. Un aprobado en vías de notable.

Vigo, en general, gusta a los cruceristas, aunque no disponga de ningún icono que los deslumbre ni de referentes que los encandilen.

Pero tiene que mejorar.

Uno de los aspectos prácticos que más interesa a los viajeros son las estaciones de embarque y desembarque: las terminales. Y la de Vigo es deficiente.

Comenzando porque no existe una pasarela hidráulica, similar a los finger de los aeropuertos, que tienen todos los grandes puertos de cruceros. Las pasarelas existentes en Vigo, al aire libre y en cuesta, son propias de puertos secundarios.

Y la terminal. Siendo la estación marítima un bonito edificio, pensado para la época de los trasatlánticos, sin tantos viajeros como los que transportan los megabarcos, es muy poco funcional. E impropia de esta etapa crucerista.

Es excesivamente pequeña. Debería abarcar una mayor superficie, a lo largo, no el pequeño cuadrado que ahora ocupa, para que los pasajeros puedan acceder a ella, y permanecer en grandes grupos en el interior hasta pasar los arcos de seguridad. Incluso con un espacio de butacas para que puedan acomodarse mientras esperan. Es como están diseñadas las terminales de los puertos importantes. Las caracteriza la amplitud y un cierto confort.

Tan reducida como la de Vigo no existe ninguna de ciudades de cierta importancia. Incluso en los puertos de cruceros más humildes de los cinco continentes se están mejorando las terminales para ser más competitivos.

Si Vigo quiere seguir escalando en el ranking de la excelencia de las ciudades cruceristas debería cuidar este aspecto tan importante. Cuando un barco llega a un puerto céntrico, los pasajeros lo agradecen, porque pueden subir y bajar a bordo, cuantas veces les plazca. Y Vigo supera a la mayoría en atractivo, porque el atraque es en pleno corazón urbano. De ahí la necesidad de que la terminal reúna las condiciones de calidad que no tiene.

En unos días llegará el último crucero del año. Y en los meses que faltan para la próxima temporada, la Autoridad Portuaria podría replantearse una mejora definitiva en la terminal, ganando más espacio, aunque suponga un cambio sustancial en la estación marítima. Y dotarse de un servicio que agradecen todos los cruceristas y tripulaciones: la wifi.

Con estas reformas, el puerto de cruceros ganará muchos puntos y será un destino aún más deseado que en la actualidad.

La bahía seguirá siendo la más segura del mundo, y la escala en la ciudad les gustará cada vez más, si la terminal es también alabada por los cruceristas.

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