Emplear 45 minutos en recorrer 25 kilómetros puede calificarse de supersónico si es la velocidad de un atleta como Usain Bolt, uno de los hombres más rápidos del mundo que consiguió una marca de casi 43 kilómetros a la hora. Bien, pues esa es la velocidad media que los vilagarcianos del siglo XXI alcanzan al cubrir en coche el trayecto a Pontevedra. Por tanto, si alguien tiene que realizar cuatro viajes al día pues resulta que tiene que emplear tres horas en hacer los cien kilómetros que suman.
¿En qué cabeza cabe que para hacer cien kilómetros haya que emplear tres horas o, dicho de otro modo, que para viajar a Madrid hay que sufrir 18 horas de viaje? Todos pensarían que se trata de una verdadera locura. Que no es verdad.
Pues eso ocurre en O Salnés. Así tratan las autoridades autonómicas a los más de 100.000 vecinos que por unas u otras causas tienen que desplazarse a la capital provicial. Y es que los tiempos de recorrido son los que son y da igual si uno elige la vía rápida, la autovía de O Salnés, los atajos por Monte Lobeira o las corredoiras del Umia. Para ir de Vilagarcía a Pontevedra hace falta llevar maleta, al menos un bocadillo para no desfallecer.
Las causas son múltiples y no solo que los últimos años se hayan construido glorietas para distribuir el tráfico, instalado balizas que delimitan carriles y líneas contínuas que hacen que las discontínuas parezcan un espejismo pues tampoco sirven para nada pues de frente vienen siempre retahílas de coches que las convierten en inútiles pasos.
Pero también porque el Gobierno pinta cada vez más rotondas fiscales. La última hace unos días cuando decidió incrementar el ticket de la autopista en un 2 por ciento que implica otros cinco céntimos a mayores en cada uno de los recorridos de ida y vuelta, o lo que es lo mismo casi diez euros por día.
Y mientras tanto, otras comarcas con menos población -que nadie duda que lo merezcan-. se llevan toda la inversión en corredores, autovías, puentes y túneles. Además, gratis.
Quizás sería hora de que Feijóo revise el plan de inversiones. O Salnés solo puede crecer si tiene unas comunicaciones competitivas y para ello basta con activar el proyecto de autovía desde el nudo de Curro a Godos. Aunque por la pinta, los vecinos de O Salnés seguirán siempre condenados a viajar en vapor como en el siglo XVIII.
