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El afán de protagonismo no es buena cosa

Vaya por delante que la educación y el respeto son innegociables. Pero hay quien confunde los escenarios. Un partido de balonmano no es lo mismo que ir al teatro o a un concierto de música clásica. A sus protagonistas hay que exigirles respeto, juego limpio y ajustarse a las normas, que no es lo mismo que ser unos corderitos, unas monjas de la caridad o que deban permanecer mudos e impasibles. Hay quien no entendió bien esto y ayer se erigió momentáneamente en protagonista de la fiesta, un papel que no le correspondía. No se trata de tener manga ancha, sino de tener mano izquierda y saber cuándo y cómo hay que decir las cosas. Ayer no fue así y se vivió una situación poco menos que surrealista. Queda dicho. Con todo respeto.

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