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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los silencios

Los debates presupuestarios, al decir de los analistas expertos, suponen casi siempre una paradoja: tienen una enorme importancia porque atañen directamente a la vida de la gente del común y, a la vez, da la impresión de que apenas le interesan. Las explicaciones quizá residen en un par de hechos evidentes: uno, que la "ordinary people" poco puede hacer para intervenir -lo de su representación parlamentaria es cierto, pero no del todo exacto- y, dos, porque las Cuentas están hechas desde visiones enfrentadas de lo que es la auténtica realidad. Y no siempre convencen, claro.

Véase, si no, lo que ha ocurrido en Galicia al debatir el techo de gasto presupuestario para 2019. La mayoría que respalda a la Xunta aprobó un aumento de 400 millones -en números redondos-, a pesar de que no se sabe si encajarán a final de año, habida cuenta de que el Estado ha congelado la inversión pública. Y la oposición, aquí, sigue la estela que marca el rumbo del Gobierno de Sánchez, a pesar de que ya se sabe que las previsiones no van a cuadrar, entre otras razones porque hay partidas infladas y otras rectificadas apenas un día después de escribirse.

(Desde otro enfoque, y como opinión personal, quizá conviniese aceptar el "electoralismo" que algunos denuncian en las cuentas gallegas, pero no solo en el sentido que indicó la izquierda. La Xunta y su presidente las utilizan, con cierta osadía -por las dudas acerca de su exactitud-, como arma arrojadiza contra las que prepara el Gobierno central, y que acumulan trampas casi en cada epígrafe. Y la oposición, aquí, guarda silencio -acaso para no estropear aún más sus perspectivas de voto- sobre aspectos de la política estatal que, de confirmarse, van a perjudicar seriamente los intereses de la ciudadanía habitante de este antiguo Reino. Por eso se dice que de algún modo todos hacen electoralismo).

En este punto procede explicar la consideración de "trampa" que contienen los Presupuestos Generales. Una, la más obvia, se entiende enseguida: es la del aumento de las cuotas a la Seguridad Social, que se presentan como un beneficio para el futuro cuando en el presente no significan, por ejemplo, alza de las pensiones -limitado su máximo por un pacto de Estado-, sino de la cotización para empresas y trabajadores. Era tan burda la engañifa que ayer mismo anunció su corrección para los autónomos, los más perjudicados de todos los trabajadores a los que la coalición -de facto- PSOE/Podemos pregona que protegerá.

Como para muestra basta un botón, valga el que se deja expuesto, a pesar de que podrían añadirse unos cuantos más. Lo que resulta inexplicable es que aquí, la Xunta no los especifica para información general, conformándose con genéricas alusiones a su inviabilidad y, sobre todo, silenciando los daños específicos que para Galicia supone lo de las inversiones. Y para mayor escarnio, sus propias cuentas autonómicas imitan su estrategia de esquivar las evidencias -que practicaban con el gobierno de Rajoy- para así no alimentar dudas acerca de su aplicación práctica. Un extraño modo, por cierto, de mantener informados a sus ciudadanos/as.

¿Eh...?

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