Confieso que el Plan de Concellos de la Diputación de Pontevedra me tenía confuso. No entendía que el Concello anunciara unas obras y que cuatro o cinco meses después las aprobara la junta de gobierno de la Diputación. Pero eso no fue lo que nos contaron. Me acuerdo bien el día ese que llegaron a salón de sesiones del Concello de Cangas a explicar el nuevo y revolucionario sistema de reparto. El dinero, dijeron, se repartía en función del número de habitantes y de la superficie. Cangas quiso añadir el criterio de Concello turístico, pero no se aceptó. Pero no es como creíamos. El Concello de Cangas no recibe ese dinero directamente y con él decide lo que va a hacer. Las obras se deben presentar a la Diputación y sus proyectos son examinados escrupulosamente por ellos, tanto que los mandan repetir. Y así tardan y tardan obras que el Concello había anunciado hace meses. No existe un trasvase de dinero a los concellos como adelantaron, no. La Diputación sigue gobernando a los Concellos y dejando claro que es ella la que da ese dinero para determinada obra. Es un proceso que tiene encendido a los políticos locales, porque no hace más que retrasar su trabajo y recibir las quejas vecinales. No nos lo habían contado así ese día.