El pacto alcanzado entre PP y PSOE en el Parlamento autonómico para el rediseño y mejora de la política forestal y de incendios en Galicia, medidas de las que depende en buena parte la apremiante tarea de atajar el abandono del monte y reforzar la prevención del fuego, constituye, además de una excelente noticia para todos los ciudadanos, un ejemplo de que más allá de la confrontación también es posible hacer política.

Lo que Galicia entera necesita ahora es que no se frustre ese acuerdo mayoritario e, incluso, propiciar que acaben por subirse al mismo las otras fuerzas que lo han rechazado en su comienzo. Los asuntos de país requieren consenso y no miradas cortas. Lo insólito es que para alumbrar esta nueva oportunidad hayan tenido que transcurrir ni más ni menos que 26 años desde que en 1992 se aprobase el Primer Plan Forestal de Galicia, que también se encuentra en proceso de revisión. Por eso sería lamentable no aprovecharla.

El acuerdo sellado en la Cámara gallega saca adelante el dictamen de la comisión de estudio de incendios y política forestal, creada tras la devastadora ola de fuegos de hace ahora justo un año y que en apenas un fin de semana calcinó 50.000 hectáreas de monte en Galicia y se cobró cuatro vidas. Incluye un total de 123 medidas que abogan por una reordenación de la política forestal para mejorar la ordenación territorial del rural, movilizar tierras baldías, ampliar la superficie agraria frente al minifundismo, garantizar la limpieza de las franjas de seguridad, aumentar la rentabilidad de la producción o limitar la explotación del eucalipto. También por revisar el sistema de lucha contra incendios, para lo que se creará un grupo de expertos que antes del próximo verano determinará si el funcionamiento del actual es el adecuado o necesita cambiarse para ganar en eficacia

En suma, un amplio conjunto de propósitos que ahora habrán de aplicarse a medio y largo plazo para demostrar que la voluntad de cambiar la situación de abandono del monte va realmente en serio. Ese ha de ser a partir de este momento el verdadero reto después de que los partidos políticos hayan sido incapaces durante las últimas tres décadas de llegar a acuerdo alguno sobre un asunto clave para nuestro territorio como es combatir el abandono de nuestro espacio forestal.

El hecho de que tanto el PP como el PSOE hayan dejado a un lado politiquerías baratas para remar juntos en la reforma de la política forestal hace abrigar también esperanzas de poder desatascar el nuevo Plan Forestal de Galicia -fruto de la revisión del anterior de 1992 iniciada hace ya dos años-, tras abrirlo al consenso del sector y de la sociedad en su conjunto, cuya aprobación está prevista para finales de año o el primer trimestre del próximo. Entre sus objetivos está duplicar la producción de madera en los próximos veinte años, incrementar los productos de calidad y la dinamización socioeconómica del monte, entre otros.

Que el acuerdo alcanzado en el Parlamento gallego no haya concitado el consenso unánime de todos los grupos, puesto que En Marea y BNG lo rechazaron por las inconcreciones e insuficiencias que echaron en falta para hacer frente a los problemas reales, no deja de resultar una lástima dado que ambas fuerzas sí apoyaban la mayoría de las conclusiones del dictamen. Ahora bien, el pacto arranca con un contundente apoyo dado que las dos fuerzas que lo secundan, PP y PSOE, representan las tres cuartas partes del hemiciclo, lo que le proporciona solvencia suficiente para hacerlo viable.

Además, en este caso, el entendimiento ha sido posible en un tiempo razonable, desde la lealtad y el diálogo. Los trabajos en la comisión parlamentaria comenzaron en noviembre y por su sede desfilaron 62 comparecientes, desde expertos económicos y profesores universitarios, a representantes de los sectores relacionados con el monte y su explotación, propietarios, ganaderos, agricultores, asociaciones, industrias y responsables de la Fiscalía y de las Fuerzas de Seguridad, entre otros. Todos ellos contribuyeron con sus aportaciones a sentar las bases de la nueva hoja de ruta.

Sin duda, entre dos fuerzas tan dispares en lo ideológico como PP y PSOE ha habido roces y diferencias, pero ninguna insalvable, para sacar adelante estas cien medidas por el monte gallego. El hecho de que su artífice en la bancada popular, el diputado José González, venga de ser elegido por Feijóo como nuevo conselleiro de Medio Rural en la reciente remodelación de Gobierno, además de revalorizar ese acuerdo hace albergar fundadas esperanzas de que pueda llevarse a cabo.

El rendimiento forestal gallego es ridículo con respecto a su tremendo potencial, porque nadie hizo partícipes a los pueblos de los montes. Si los convertimos en buenos rentistas del bosque, serán sin duda alguna sus más interesados guardianes. Hay que contar con ellos para hacerlo vivo, dinámico, sustentable y multifuncional. El reto es tan mayúsculo como necesario. Por eso avanzar desde el entendimiento resulta esencial. El consenso no es una quimera política, por más que muchos se empeñen en hacernos creer lo contrario. Además, en contra de lo que suelen creer quienes viven de la política, electoralmente también a ellos les sería más rentable. Toca ahora cambiar el paradigma para pasar con determinación del acuerdo de ideas a la práctica.