Una conversación amigable con la persona que más odias del mundo. Media hora de té compartido, trato cordial e incluso alguna sonrisa. Una lucha con tus convicciones, con tus principios, contigo mismo. Un esfuerzo de contención y autodominio que permite rebasar una dolorosa barrera, derribar otro muro, ensanchar tus propios límites. El empeño vale la pena porque te permite conocerte, domeñar tus pasiones, ser mejor persona. Pero, menos pamplinas, sobre todo porque Jorge Javier Vázquez te dijo que si lo hacías ante las cámaras tendrías mejor acceso al cuarto de la colada y al baño en la casa de "GH VIP". ¿Lavadora y baño? ¡Marchando otro paripé para los señores espectadores, soberanos de vidas y haciendas, sentados en el trono con su cetro a distancia!

Así tenían que ser todos los realities. Deberían mostrar en directo qué les ofrecen y qué ganan los participantes por cada una de las piruetas que hacen en la pantalla para divertirnos. Hasta ahora sabíamos que todo lo que hacen estos seres humanos tan bien amaestrados es a cambio de algo, pero no conocíamos los detalles. Ha sido Jorgeja, ese personaje postmoderno, amoral y siempre dispuesto a todo por el espectáculo, quien ha hecho caer el velo de pudor que hasta ahora nos impedía conocer el precio que tiene cada cabriola, cada acrobacia, cada persona.

De momento solo nos dieron un precio, pero sabiendo cuánto cobran Mónica Hoyos y Miriam Saavedra por media hora de amistad, podemos calcular lo que están cobrando por varios meses de enemistad, por los insultos, por su desgaje à trois con Carlos Lozano. ¿Valdrán lo mismo todos los insultos? ¿Cobrará lo mismo Saavedra por llamar "mierda de persona" y "pasa disecada" a Suso, que Suso por decir que ella está "podrida"? ¿Y por llamar "zanahoria de mierda" a Aurah Ruiz? ¿Qué está mejor pagado, insultar o aguantar que te insulten? ¿Habrá tarifas fijas o tarificación extra en horario de máxima audiencia? ¡Jorgeja podría contarnos tantas cosas para mejorar el espectáculo!