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Placer vandálico y tufo mafioso

Sobre el embellecimiento y recuperación de espacios urbanos a través del arte mural ya hemos abundado hace tiempo. El Concello de Vigo posibilitó la decoración artística para rehabilitar amplios espacios estables. Aunque todavía hay que transformar más rincones desabridos con nuevas intervenciones artísticas, el paisaje ya se ve enriquecido con los grandes lienzos del arte mural. Vigo apostó por el arte urbano.

La diferencia entre esta enorme galería del arte público con las pinturas vandálicas es abismal. Cada vez se utiliza más el placer agresivo de la firma de autor en el muralismo nocturno para degradar puertas, fachadas, escaparates o edificios que conforman la riqueza histórica y artística de la ciudad. El grafitismo incontrolado menoscaba el atractivo y la dinámica ciudadana, convirtiendo el abandono y la degradación de las paredes en un símbolo de ciudad enferma y vulnerable, dominada por jóvenes sin horizontes. No son grafitis de reivindicación ideológica, ni hip hop con memorias de paz en el mundo. La calle se convierte en escenario desinhibido, pleno de marranería y excrecencia gráfica, cuando interviene el poder de la soledad de una masa de desempleo y sin perspectivas para otro tipo de protesta social.

En el transcurso del 2018 el incremento de miles de pintadas vandálicas, según mis informaciones más de seis mil en todo el espacio municipal, ya afecta a más de cincuenta ámbitos urbanos. La autoría de los diecinueve grupos de renombre grafitero y las decenas de subgrupos incontrolados, víctimas de la paranoia del 'espacio urbano libre', puede suponer un costo de un pico de muchos miles de euros al presupuesto público. Algunos comercios ya sufren el tufo mafioso de pares grafiteros para preservar o embadurnar su fachada.

La protección integral y el mantenimiento de la estética urbana viguesa es una necesidad colectiva que urge un complicado y voluntarioso Plan global para impulsar la regeneración de espacios del tránsito urbano, que vaya mucho más allá de las medidas sancionadoras recogidas en las ordenanzas y leyes de protección, de difícil eficacia. Un Plan que logre una mayor cooperación entre áreas municipales y que contemple campañas en centros educativos, conjunto de asociaciones ciudadanas y mucho más. El nivel cultural de una sociedad se mide por el nivel de los ataques gráficos a los espacios públicos y patrimonio urbano, pero también por su protección.

*Publicista

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