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De vuelta y media

Cuando las monjas llegaron a Placeres

El colegio para niñas bien de las Hermanas del Sagrado Corazón abrió sus puertas hace un siglo en el antiguo gran hotel y fue el primero de Galicia en su género

El día 6 de agosto de 1918 llegó a la estación de Pontevedra en el tren correo procedente de Madrid un grupo formado por diez monjas pertenecientes a la orden religiosa de las Hermanas del Sagrado Corazón de Jesús, que portaban una encomiable misión en su ligero equipaje: poner en funcionamiento un colegio e internado para la formación educativa de chicas pertenecientes a familias pudientes en el antiguo Hotel de los Placeres, levantado por Eugenio Montero Ríos en los albores del siglo XX.

A pie de andén, Avelina Villegas, viuda de Montero Ríos, encabezó un comité de bienvenida, reducido en número, pero grande en abolengo. Tras los saludos y las apostillas de rigor sobre el largo viaje, la comitiva al completo puso rumbo a Placeres. Las diez monjas estaban ansiosas por conocer aquella morada, de la que tanto habían oído hablar, donde iban a desarrollar su labor en los próximos años.

La donación del hotel a perpetuidad por parte de Avelino Montero-Ríos Villegas, hijo de don Eugenio y doña Avelina, se había formalizado seis meses antes con total y absoluta discreción.

Cuando finalmente trascendió aquel otorgamiento notarial, todo el mundo aplaudió especialmente la condición sine qua non impuesta por su dadivoso benefactor en la cesión realizada: el funcionamiento en paralelo al colegio de una escuela para las niñas pobres de Lourizán, incluida una comida diaria, con la finalidad de promover su educación y mejorar su modo de vida.

El Hotel de los Placeres disponía de una estructura inmejorable en todo su interior para acoger el colegio e internado. Tanto las habitaciones como los salones se amoldaban perfectamente a sus nuevos usos. No hubo que efectuar en sus instalaciones ninguna reforma importante. Por ese motivo en solo dos meses las monjas alojadas procedieron a su inauguración oficial, aunque luego retrasaron un poco el inicio de las clases.

La cita fue a las cuatro y media de la tarde del 7 de octubre de aquel año 1918; por tanto, el próximo domingo se cumplirá un siglo de tamaña efeméride. El tranvía realizó aquella tarde un servicio especial, aunque los invitados más distinguidos se desplazaron en sus coches. Entonces una epidemia de gripe sacudía con virulencia a Pontevedra y su comarca, causando estragos en numerosas familias, sin respetar ningún estatus social.

A pesar de esa circunstancia tan adversa, aquel día señalado no faltó en Placeres ningún cargo relevante, desde el gobernador civil, Xavier Cabello, hasta el presidente de la Diputación, Antonio Pazos, pasando por el rector compostelano, Cleto Troncoso. Y destacó la presencia de los condes de Bugallal y de Creixel, así como los diputados en Cortes Vincenti Reguera, Fernández Borrón, Paz Montes y Posada García-Barros; muchos de ellos acompañados por sus esposas. Y los párrocos de Santa María, San Bartolomé y Lourizán, ocuparon la mesa presidencial junto a la madre superiora, Dolores Dorda.

Un elevado número de señoras y señoritas elegantemente ataviadas compusieron la representación femenina. Allí estuvieron las Muruais, Sandoval, Massó, Sampedro, Boente, Corbal, Trapote, Ulloa, Sobrino, López de Castro, Gaite, Temes, Quereizaeta, Arniches y un largo etcétera. En definitiva, los apellidos más granados de la buena sociedad pontevedresa:

La presentación del nuevo colegio constituyó todo un éxito. Las familias más pudientes, no solo de aquí, sino también de fuera, confiaron sin temor la formación de sus hijas a aquellas monjas tan competentes. Hasta entonces no había en Galicia un colegio semejante de alto standing. Placeres fue el primero en su género y también fue el mejor. De ambas cosas presumieron siempre sus alumnas, que nunca guardaron un mal recuerdo en sus memorias.

Antes de iniciar el curso escolar 1918-19, las monjas tuvieron la acertada idea de poner en marcha la escuela dedicada a las niñas pobres de las familias afincadas en su entorno geográfico. De esa forma, mostraron desde el primer momento una firme voluntad de cumplir el compromiso adquirido con su generoso donante. También ofrecieron clases dominicales para quienes no podían asistir durante la semana porque realizaban tareas en sus casas.

Consultada al respecto sobre las enseñanzas más convenientes para aquellas chicas de extracción humilde, una "gran autoridad técnica" cuya identidad preservó la madre superiora, aconsejó la impartición de prácticas sobre la cría de almeja -que tanto se daba allí- y otras enseñanzas relacionadas con la industria pesquera. Esa tarea realizaron las monjas en sus inicios, e incluso se comprometieron a sufragar una carrera superior a quienes mostraran condiciones apropiadas.

Reputadas familias de Santiago, Ferrol, Ourense, Vilagarcía y Pontevedra, aportaron las 25 alumnas internas de la primera promoción. Al final del curso 1918-19, el premio a la excelencia fue para Mª Teresa Castiñeiras Muñoz; pero luego no volvió a concederse tal distinción hasta muchos años después para evitar susceptibilidades, envidias o rivalidades no deseadas.

Todo el mundo sabe en Pontevedra que Luisa Vázquez de Silva, familiarmente conocida por Lulú, tuvo el honor de ser la primera alumna inscrita en aquel colegio pionero. A continuación, llegaron sus amigas María y Luisa de la Sota Martínez, hijas de Daniel de la Sota, segunda y tercera matriculadas, respectivamente.

Lulú estuvo interna durante nueve años y jamás renegó de aquella etapa; siempre se mostró agradecida y orgullosa de la formación recibida. Su extraordinaria longevidad permite a Lulú vivir hoy para contarlo con mucha gracia, mientras espera ansiosa la inmediata celebración del centenario del colegio. Solamente ella sobrevive de aquella primera promoción.

A principios de 1921, el Estado otorgó a la orden religiosa una concesión administrativa de 18.500 metros cuadrados de zona marítimo-terrestre para ampliar sus instalaciones con jardines y campos de deportes. Esa autorización supuso de facto la consolidación en Placeres del colegio e internado de las Hermanas del Sagrado Corazón de Jesús, que atesoró una rica historia.

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