Que la esperanza de vida está aumentando es un hecho y desde los ochenta años al que ya hemos alcanzado en España, ya se atisban otras cifras que parecían imposibles y que ahora al ritmo que llevamos no es ninguna quimera y en pocos decenios superaremos los cien años de esperanza de vida media.

Esto unido a la evolución tecnológica, la mejora generalizada de la productividad donde los puestos de trabajo de escaso valor añadido tenderán a desaparecer, la robotización y la conformación de nuevos tipos de relaciones laborales, así como la redefinición de lo que entendemos hoy por puesto de trabajo, inducirá claramente una pregunta importante, ¿qué vamos a hacer con todos estos años que tendremos para vivir?; pero, sobre todo cómo vamos a costearnos los gastos para vivir en todos esos años.

Aún a pesar de que la vida saludable será determinante en el futuro del ser humano, lo que si es cierto es que a medida que se alarga la vida aumentan las enfermedades crónicas y una parte no desdeñable de la población con edades avanzadas son y serán más dependientes. Esto conlleva necesariamente más costes y por tanto a pesar de que se consume menos de mayor, la dependencia es ya hoy en día muy cara de sostenerla uno mismo, para una capa muy importante de la población. Hay que tener en cuenta que una persona mayor dependiente hoy, si ha de estar asistido por entidad o empresa geriátrica especializada, necesita de no menos de 20.000 euros años que multiplicado por la estancia media en este tipo de institución de 5 años, necesitará financiarlo con unos 100.000euros a costes actuales.

Esperar que el Estado supla las carencias económicas de las personas es complicado. Evidentemente si somos capaces de sostener un Estado del Bienestar potente será posible contar con la ayuda de este, pero los más conspicuos estudiosos de la economía ya indican hoy que las cuentas no salen. Habrá que esperar por tanto efectos paliativos, pero no será la solución de carácter estructural, salvo que efectivamente abordemos está problemática ya y que nuestros políticos tanto en el Gobierno como en el Parlamento se pongan a trabajar en serio, empezando por abrir un debate democrático entre los ciudadanos a los que entre otras cosas este asunto les afecta de forma personal.

*Economista