Algo más de tres mil personas (1.843 tripulantes y 1.230 armadores) inician estos días su andadura en el camino electoral para dotar a las cofradías gallegas de la savia nueva que necesitan estas seculares instituciones para renovar sus -a veces- anquilosadas estructuras. Antes del día 5 de octubre, los elegidos vocales de la junta general tomarán posesión de sus cargos, momento a partir del cual se inicia el procedimiento para elegir al patrón o patrona mayor de estas entidades sin ánimo de lucro que son corporaciones de derecho público.

La mayor parte de los pósitos gallegos renovará así los cargos de patrón, vicepatrones primero y segundo y los vocales del cabildo, respetando la paridad y proporcionalidad que se establece para la junta general de la entidad.

Según lo establecido, realizadas las elecciones en las 63 cofradías de pescadores de Galicia, se procederá a las votaciones para elegir a los presidentes y junta de las federaciones provinciales de A Coruña, Pontevedra y Lugo y, finalmente, al presidente de la Federación de Confrarías de Galicia.

Todos los tripulantes y armadores inscritos en los pósitos gallegos son elegibles, pero la disponibilidad de la mayoría de ellos a ser elegidos, ni mucho menos está abierta, a priori. El cargo -en cualquiera de su representación- no es, para nada, bocado apetecible: no hay pescado, los barcos se venden o desguazan, el pulpo ha hecho mutis por el foro, la Unión Europea no da síntomas de mejorar para Galicia su Total Admisible de Capturas (TAC) y cuotas, los precios del combustible son una amenaza permanente a la viabilidad de las empresas pesqueras, y el reparto por comunidades autónomas en el caladero Cantábrico Noroeste no genera expectativas favorables para la bajura gallega. Unido a todo ello la precariedad económica de las cofradías de esta comunidad autónoma, para nada es de extrañar la renuncia al derecho a ser elegido y se hace comprensible incluso la negativa de la mayoría de los patrones mayores a repetir mandato.

La nueva singladura de las cofradías de pescadores gallegas no se presenta con viento favorable. Esto induce a pensar que, a pesar de la mayor implicación que parece deducirse de la Xunta para lograr la pervivencia de estas, como digo seculares instituciones, el futuro no va a ser de calma chicha. A pesar de ello, habrá que luchar por la continuidad de los pósitos, escaso reducto que queda en la actualidad en manos de los propios cofrades.