La señorita Stephanie Clifford no sonará a casi nadie, aunque seguramente será más reconocida, al menos entre la población masculina, por su nombre profesional: Stormy Daniels. Esta actriz porno que entra en el catálogo de "milfs" va a hacerse mundialmente famosa por contar en un libro sus escarceos amorosos con Donald Trump, el hombre más poderoso del mundo con permiso de George Soros.

Según esta mujer, que cuando se desviste es cuando se pone la ropa de trabajo, el atributo viril de Trump "está por debajo de la media" pero se beneficia de una curiosa singularidad: tiene forma de cabeza de champiñón, "de hongo venenoso", según el testimonio de la madame. O sea, una "amanita phalloides", la seta de la muerte. La comparación resulta odiosa: a "míster president" le habría complacido más ver su virilidad expuesta al público como modelo de un misil intercontinental.

Hay que reconocer que una señora que ha tenido deleite y regocijo de las partes pudendas de Nacho Vidal o Jordi ENP ha de pasar necesariamente por experta en la sección de frutería, pues goza de reconocida fama de vegana. Otra cosa es que con el oportunista libro dedicado a sus devaneos carnales con Trump bajo el brazo se haya pasado por la charcutería del mercado global, a por cuarto y mitad de carnaza. Además, qué le importa a nadie si el presiente de Estados Unidos la tiene como el personaje de Mario Kart o se le agranda como Luigi.