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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La indiferencia

Dicho con todos los respetos para quien piense lo contrario, es difícil de entender la indiferencia con la que el conjunto de la sociedad gallega acoge determinados asuntos que tienen que ver con el bien común, en abstracto, o más en concreto con el interés de sectores muy amplios. Cierto que mucha sorpresa no causa, ya que los ejemplos de movilización colectiva para conseguir algo que a todos, o a una gran mayoría, interesa resultan escasos, pero doler duele, porque ese desinterés supone oportunidades perdidas que muy difícilmente volverán a repetirse.

Este tipo de afirmaciones, para que calen en la gente del común, deben acompañarse de ejemplos prácticos, cuanto más recientes mejor. Y el último -por el momento- de ellos es el acuerdo de las tres universidades gallegas para, de acuerdo con la Xunta, reclamar que los exámenes de selectividad sean iguales para la totalidad de los alumnos. No debería ser necesario especificar que esa igualdad se refiere a las materias y a su enfoque y no a las preguntas concretas del ejercicio final, pero conste por si acaso, que aquí el que no corre vuela.

Se considera lógica, y por tanto positiva, la petición de las universidades del Reino no sólo porque hay en España distrito único, y es absurdo que concurran a exámenes distintos los que después coincidan en una facultad o escuela con asignaturas iguales en cada centro para todos. Pero es que, además -y alguien ya lo ha dicho-, se pierde una oportunidad excelente para acabar con el problema, estos días tan denunciado, del "adoctrinamiento" en determinadas comunidades. Y si se estudian las mismas materias, algunas con visión única y objetiva, será difícil que aunque se intente se manipulen los hechos y sus relatos.

Es un argumento sencillo -acaso en demasía-, pero puede servir de introito para otros, más profundos, que apoyen y respalden el planteamiento de rectores y Xunta. Un apoyo que, por lo que está en juego, debería prestarse por el conjunto de la sociedad de este país, que se juega nada menos que su progreso y su competitividad futura y con ellos la superación de algunos problemas que ahora mismo ahogan algunas esperanzas. Y activan temores antiguos: uno de ellos, el de que por falta de esfuerzo común, los jóvenes padezcan lo que sufrieron sus mayores.

Y que nadie se llame a engaño: no es imposible que se repita eso o algo parecido. La ausencia, o al menos la escasez, de una conciencia generalizada de que el "todos a una" propicia los éxitos ha conducido a fracasos estrepitosos o retrasos inauditos para soluciones urgentes. Otra prueba de lo que aquí escasea y los males que produce es la evidencia de lo que hacen otros: mientras Galicia llega tarde -si llega- al Corredor Atlántico ferroviario de mercancías por alta velocidad, el Mediterráneo no sólo está ya aprobado y en obra, sino que es objeto de una campaña pluricomunitaria para que los plazos se cumplan y, si es posible, se acorten. Aunque de eso habrá que hablar más largo y tendido.

¿No??

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