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Joaquín Rábago.

Poco ha cambiado

Están llenas las páginas económicas de los diarios de noticias y comentarios sobre los diez años transcurridos desde la quiebra de Lehman Brothers y todos los análisis son unánimes: poco se ha aprendido desde entonces. Los altos directivos de las empresas siguen cobrando sumas tan fabulosas como totalmente injustificadas, y el dinero generado por esas no se ha utilizado en muchos casos para aumentar las inversiones productivas, los salarios y el nivel de empleo, sino todo lo contrario.

Los beneficios, cada vez mayores, han ido sobre todo a la compra de acciones, que han aumentado así la cotización bursátil y el dinero embolsado por los accionistas, cuyas rentas están sometidas en todas partes a una tributación mucho más baja que la del trabajo. El reparto de la riqueza ha sido así cada vez más desigual y ha crecido y se ha consolidado una clase de los ultrarricos que prefiere muchas veces hablar inglés, al menos el de los negocios, que su propia lengua y se siente igualmente cómodo en París, Nueva York o Singapur.

Mientras tanto, como si se hubiese relegado ya al olvido lo ocurrido en 2008, en busca de una rentabilidad cada vez mayor, siguen los inversores prestando dinero a empresas que están ya altamente endeudadas. Y cuando hablamos de inversores nos referimos por supuesto a fondos de inversión o de pensiones, fundaciones y seguros, entre otros, que vuelven a caer en los mismos comportamientos irresponsables que provocaron la crisis.

Así, según un estudio de la asesoría McKinsey, el total del pasivo empresarial en todo el mundo llega actualmente a los 66 billones de dólares, más del doble que hace diez años. Entre las empresas que compran a base de créditos están las chinas como el grupo HNA, que con un endeudamiento de 80.000 millones ha adquirido desde edificios enteros en Nueva York hasta acciones del Deutsche Bank.

Y como ocurrió entonces con las hipotecas "subprime", más conocidas como "hipotecas basura", los nuevos créditos "apalancados" se empaquetan hábilmente y se venden a los inversores como "collateralized loan obligations" (obligaciones de deuda garantizada). Y a ello se dedican nuevamente los grandes bancos como el Citigroup, el Bank of America o el Deutsche Bank, que ganan miles de millones en esas operaciones basadas siempre en el apalancamiento financiero.

Parte del problema, como bien señala el premio Nobel estadounidense Joseph E.Stiglitz, es que "los responsables de gestionar la recuperación de 2008" son "los mismos responsables de la infrarregulación de la economía en los días previos a la crisis, a quienes inexplicablemente acudió el presidente Brack Obama para que arreglaran lo que habían ayudado a estropear".

Como conclusión, señala Stiglitz, "mientras no se supere el egoísmo y la miopía que definen nuestra política (?.), una economía al servicio de todos, no de unos pocos, seguirá siendo un sueño imposible". Aquél habla en especial de E EUU, pero lo que escribe vale también para el resto del mundo.

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