Del 22 al 31 de mayo de 1941 se celebró en Madrid el Primer Congreso Nacional de Medicina Práctica, bajo el título Movilización Cultural Médico-Práctica. Madrid, 1941. El congreso tuvo como sede la Facultad de Medicina de la Ciudad Universitaria de Madrid y fue organizado por el Consejo General de los Colegios Médicos de España, con el concurso de la Asociación de Escritores Médicos -hoy denominada Asociación Española de Médicos Escritores y Artistas (ASEMEYA)-. Obran en mi poder, conservados en nuestra biblioteca familiar, un ejemplar del "Programa-guía oficial" del citado Congreso y otro volumen del Anuario Social de España, 1941 (Madrid: Fomento Social; 1941); ambos gracias a la generosidad de los padres de Celia Echegoyén Estévez, de quien tuve el honor en su día de que me confiaran los cuidados pediátricos. Habían seleccionado dos estos volúmenes en consideración a que en 1941 nació el que les escribe y estimaron serían curiosos para mí los datos que allí se volcaban sobre ese año. Mis lectores habituales saben que a las décadas 40 y 50 del pasado siglo, en las que transcurrieron mi infancia y juventud, me he referido en más de una ocasión, en diversas formas y por distintos motivos, en estos sueltos dominicales en FARO DE VIGO.

El citado Anuario agrupa sus capítulos en tres partes, a las que añade dos apéndices de documentación y guía. La sección quinta de la segunda parte -divida en nueve capítulos- esta dedicada a Beneficencia y Sanidad. Los pormenores que recoge nos proporcionan un acercamiento a la situación social, económica y sanitaria en que se desarrollaba el Congreso. Aunque obvio, quiero resaltar las limitaciones y sesgos propios e impuestos por quien las publica, "Estudios y Propaganda sociales", una editora del régimen franquista. En cualquier caso, el 1941 fue uno de los años más trágicos y calamitosos, con más sombras que luces, que siguieron a la postguerra civil española y durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Dentro de esa lamentable realidad, los más afectados por aquella nefasta situación eran sin duda los niños, en razón de su propia vulnerabilidad. Frente a su derecho a nacer, a vivir sanos y poder llegar a ser adultos normales, su morbilidad era terrible -marcada por enfermedades nutricionales, carenciales e infecciosas- y la mortalidad infantil altísima, alrededor de 100 por mil. No obstante, después de este encuadre sutil, dejemos el Anuario -al que es posible dediquemos en su día otro artículo- y volvamos al llamado Primer Congreso Nacional de Medicina Práctica.

En realidad ya se habían desarrollado en España otros congresos previos de carácter estatal, como, el celebrado en Madrid en 1934 bajo la denominación de Primer Congreso Nacional de Sanidad o el organizado en Zaragoza el año 1935 con el nombre de Primer Congreso Español Pro-Médico.

El "Programa guía-oficial" me permite hacerles algunas anotaciones de lo que fue aquella primera reunión científica nacional después de la guerra civil española de 1936.

La cubierta en rústica exhibe una portada anterior a dos tintas (negra y roja) que reproduce el título del congreso, encuadrado en el Águila de San Juan nimbado (con aureola), con la corona, las columnas de Hércules, el yugo y el haz de flechas. Conjunto de elementos tomados por el franquismo del escudo de los Reyes Católicos, con la variación de añadir una cartela con la divisa de "una, grande y libre". En su parte superior, a modo de cabecera, aparece un grabado de la Facultad de Medicina de Madrid. La contraportada, también a dos tintas, recoge el anuncio de diferentes preparados de los laboratorios Juste. La portada interior reproduce los mismos motivos con distinta distribución. La página siguiente, a guisa de frontispicio, es de papel cuché y recoge una fotografía oficial del general Francisco Franco, con capote de invierno, del año 1930, al pie de la cual aparece su firma -imagen muy utilizada por la dictadura-. A continuación, a modo de introducción, se recogen unas palabras del presidente de la Dirección Técnica de la Movilización, Enrique Suñer Ordóñez (1878-1941), que a su vez era el presidente del Consejo General de Colegios Médicos de España. Suñer fue un pediatra español destacado que llegó a ocupar las cátedras de Pediatría de Valladolid y Madrid y fue el primer director de la Escuela Nacional de Puericultura. Monárquico, conservador y muy tradicional, denunció la falta de autoridad y la desacertada actuación de las fuerzas de orden público, con motivo de los "Sucesos de San Carlos" de 1931, en un artículo titulado La Puericultura de la Revolución. El escrito le desencadenó duros ataques contra su persona, tanto de la Facultad como del Colegio de Médicos. Proclamada la II República, fue cesado en la cátedra y en todos sus cargos, al considerarlo "enemigo del Régimen". El golpe de Estado de 1936 le sorprendió en Madrid, lo que le obligó primero a esconderse y después a huir a Francia. En cuanto pudo reentró en España, logrando llegar a Burgos, donde fue designado vicepresidente de la Comisión de Cultura y Enseñanza, que se ocupó de la depuración del profesorado universitario. En 1937 publicó Los intelectuales y la tragedia de España, en la que acusó a muchas personalidades e instituciones del calvario español y apuntó la necesidad de una redención y limpieza. Y aún más, en febrero de 1939 aceptó la presidencia del Tribunal Nacional de Responsabilidades Políticas, responsabilidad desde la que, asumió "el papel de ángel vengador y justiciero" y extendió su actividad depuradora a todos los ámbitos de le vida pública española. Unos días después de presidir este Primer Congreso Nacional de Medicina Práctica, enfermó gravemente y falleció, después pedir perdón por las miles de depuraciones por él firmadas. (para saber más léase a Fernández Teijeiro y Ponte: La guerra civil y la tragedia del Profesor Enrique Suñer. Cuadernos de Historia de la Pediatría Española. 2015; 10: 30-39).

Acompañaban a Suñer, en este comité de Dirección Técnica de la Movilización el médico militar y académico José A. Palanca (188-1973) -en ese momento director General de Sanidad-, en calidad de vicepresidente, y los doctores Fernando Enríquez de Salamanca, Saturnino García Vicente, José Fernández de la Portilla, Primitivo de la Quinta y Joaquín Núñez Grimaldos, todos ellos con cargos institucionales relevantes en Madrid, a los que se unieron todos los catedráticos de Medicina de la Complutense y los presidentes y secretarios de todas las Sociedades Científicas. Desempeñó el cargo de secretario general Enrique Noguera, director de Gaceta Médica Española. Asimismo se constituyó un Comité Organizador, presidido por Antonio Gallego Nágera e integrado por Antonio Piga Pascual, Juan Garrido Lastache y los representantes de Prensa y Propaganda. En calidad de comisario de la Exposición de Productos clínicos figuró Enrique de Sala.

Viajes Marsans actuó como oficina de información y turismo, en calidad de lo cual fue la responsable de viajes, excursiones y reserva de hoteles. Como curiosidad quiero reseñar que la habitación más cara era la del Hotel Ritz -cada día, 110 pesetas una habitación doble- y la más barata la Pensión Galicia -cada día, 3 pesetas la habitación sin baño-.

Un mes antes del Congreso, el 25 de abril de 1941, Enrique Noguera pronunció una conferencia en Barcelona para informar del mismo. Estaban presentes García Tornell, Carulla Riera y también, según las propias palabras del conferenciante: "Resucitados, hombres de Cataluña que tienen limpia historia en la Ciencia y en la profesión: Gallart Monés, Puig Sureda, Barraquer, Arruga, Pedro Pons, Faure, Reventós, Xalabarder, Peyró? y junto a ellos, cara al porvenir, la esperanza de una juventud médica bien curtida en las armas y en las letras. Al veros sanos y salvos, gracias a la bondad de Dios y al genio de nuestro inolvidable Caudillo, debo felicitaros, no solo por vuestra resurrección, sino por vuestro talento, ¡que había de ser inteligente para terminar en la zona roja sin ser ministro! [?] Las victorias en los campos de batalla, como en los pacíficos de la Ciencia, son para las masas cultas, disciplinadas y en posesión de ardientes ideales. Los sabios, si no empiezan por sentir la Patria, no interesan". Noguera justificó el título castrense de "Movilización" por fidelidad al mandato de Franco, que después de la victoria ordenó: "Durante mucho tiempo no podrán desmovilizarse los espíritus. También razonó el término "Práctica" al ser una reunión "en la que se va sencillamente a aprender". Lo mismo hizo con "Madrid 1941", pues de los más de 300 docentes, la mayoría pertenecen a centros médicos madrileños, aunque asisten congresistas médicos de toda España, que aparecen relacionados en el programa. Asimismo intervinieron como profesores algunos alemanes notables. No he podido constatar participación alguna de centros gallegos, aunque sí de algún médico de origen gallego, tal es del caso de dos compostelanos: el cirujano militar Mariano Gómez Ulla (1877-1945) y el político y tisiólogo compostelano Manuel López Sendón (1909-1985). Tampoco he reconocido en los listados a ningún médico ourensano.

El programa abarcó una veintena de conferencias, tres ponencias -recuperación de mutilados, asistencia e excombatientes y tuberculosis-, "lecciones socráticas", 150 cursillos de perfeccionamiento -desarrollados de forma simultánea en todos los centros sanitarios de Madrid- y dos exposiciones -una dedicada a la medicina de cirugía de guerra y otra de productos clínicos-. El número de adhesiones se elevó a 4.500 congresistas, limitándose las inscripciones reales a 2000.

Las actividades sociales fueron limitadas por "el tono de austeridad que corresponde al régimen y al momento". Se desarrollaron la recepción del ayuntamiento en el Retiro, un concierto sinfónico, una obra clásica de tema médico y una fiesta de noche de despedida. Además, también tuvo lugar una visita al Alcázar de Toledo, guiada por el General Moscardó y una misa de campaña en recuerdo de los médicos caídos en la guerra.

Imposible pormenorizar, por falta de espacio, los contenidos doctrinales del programa, y los anuncios de de instrumental y medicamentos. El tema queda abierto, pues su interés histórico-médico es indudable.