Un antiguo funcionario del no menos antiguo sindicato vertical, era muy dado al recurso de mostrar papeles para determinar la veracidad de sus aseveraciones. El dicho "Donde hay papeles, callan barbas" era muy suyo y el arriba firmante se lo apropia para trasladar al lector que una nueva investigación científica, desarrollada por el departamento de Ciencias del Mar y la Pesca de la Universidad de Washington sobre la huella de la actividad pesquera en los océanos, concluye que esta se sitúa en el 4%. Esto significa que es menos de un tercio de la de la agricultura en todo el mundo. La investigación recoge la información que los barcos, no solo pesqueros, deben transmitir cada 30 segundos vía GPS, a través del sistema AIS (Sistema de Identificación Automática).

Dicho así, sin más aclaraciones, puede no entenderse y, por ello, restar así importancia al informe. Pero es que, a principios de año, una información de Global Fishing Watch indicaba que la huella de la pesca en los océanos era del 55%, lo que indudablemente sería un desastre.

Las regiones costeras de Europa, China y Japón (tres países-continente de altísima actividad pesquera) son las que albergan el mayor número de barcos que, entre 2012 y 2016, han faenado en aguas propias o ajenas, y dio como resultado que el 80% de la pesca en alta mar queda acaparada en realidad por un puñado de países: China, Japón, España, Taiwán y Corea del Sur.

Pescamos alrededor de 2.000 millones de peces cada año. Los caladeros no están, ni mucho menos, en su mejor momento y corren el riesgo de que se extingan las especies que quedan en ellos. Las actividades pesquera y mercantil hacen que el mar libre se haya convertido en un campo de batalla del que la industria pesquera obtiene los peces que más tarde llegan a nuestros platos. Esta es la huella de la pesca, marcada a sangre y fuego en los océanos que son fuente indispensable para la Humanidad en materia de pescado. Pero una huella que es, en la práctica, la tercera parte de lo que informes anteriores al citado y realizado por la Universidad de Washington destacaban en un intento de demonizar la actividad pesquera.

Ni tanto ni tan poco. Pero alguien llama a la puerta para dar aviso.