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Joaquín Rábago.

360 grados

Joaquín Rábago

Primero la comida y luego la moral

"Primero viene la comida y luego, la moral", escribió aquel gran realista y cínico llamado Bertolt Brecht.

No he podido evitar pensar en esa sentencia al leer las noticias sobre las protestas en los astilleros gaditanos ante la posibilidad de la ruptura de un contrato con Arabia Saudí para la construcción de unas corbetas.

Como a estas alturas debe de saber ya todo el mundo, el Gobierno socialista de Pedro González decidió suspender la entrega a esa monarquía feudal de bombas de precisión susceptibles de ser usadas por Riad en el ya largo y sangriento conflicto del Yemen contra los rebeldes hutíes.

El contrato había sido firmado por el anterior Gobierno del PP, y los saudíes presionaron supuestamente a su sucesor con la amenaza de no hacerse cargo de las corbetas si se rompía lo anteriormente pactado con Madrid.

Sonó entonces la alarma entre los trabajadores de los astilleros gaditanos ante la posibilidad de que los saudíes renunciaran también a esos buques de guerra.

El gobierno socialista se vio de pronto en un dilema: arriesgarse a un conflicto con Riad u olvidarse de consideraciones morales y entregar la munición ya comprometida para salvar los puestos de trabajo en los astilleros de Navantia.

El desenlace de ese dilema, finalmente favorable a Riad, no era difícil de prever en un momento en que la moral atraviesa en todas partes horas bajas y se impone en su lugar la "realpolitik".

No vamos a culpar, sin embargo, a los trabajadores gaditanos de anteponer la necesidad de seguir cobrando sus sueldos a fin de mes a cualquier preocupación humanitaria, si es que alguna vez habían oído hablar de esa guerra lejana entre árabes.

Si algo nos enseña lo sucedido es la enorme hipocresía de los gobiernos cuando se comprometen formalmente a no vender armas a países en zonas de conflicto para, cada vez que les conviene y con todo tipo de argumentos, violar sus compromisos.

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