La UE es una comunidad de países democráticos. Desde el principio, y por eso, durante muchos años, España no fue admitida. Pero tras la ampliación al Este algunos países -Polonia y Hungría- han tenido una deriva autoritaria -se las critica por iliberales- que socava los principios de la Unión y que además apoya a partidos de la extrema derecha radical contra la inmigración en otros países. ¿Cómo impedir leyes antidemocráticas en países de la UE?

Es difícil por la soberanía nacional pero el Parlamento europeo ha dado un paso relevante esta semana al votar el inicio de un expediente a Hungría que podría acabar privándole del derecho de voto en el Consejo, el máximo órgano de la UE. La votación era problemática porque el Fidesz, el partido de Orbán, forma parte del PPE, el de Merkel y Rajoy, que hasta ahora siempre -aunque no sin cierta vergüenza- lo habían defendido. Pero el miércoles 448 eurodiputados contra 197 y 48 abstenciones aprobaron el informe de una diputada verde holandesa que pedía el inicio del expediente al amparo del artículo 7 de la UE. Y entre los votos contrarios a Orbán hubo muchos -sin ellos la moción no habría prosperado- del PPE, que dio libertad de voto. Entre ellos la mayoría de los alemanes, no así de los 16 españoles a los que Pablo Casado ordenó la abstención.

Es difícil que la iniciativa vaya hasta el final porque requeriría la unanimidad de todos los estados y Polonia la vetará. Hay un pacto de protección mutua entre los dos países. Pero el gobierno de Orbán ya ha recibido un duro castigo moral de gran relevancia.

La división en el PPE es grave de cara a las elecciones europeas de primavera. Sin el Fidesz y algún otro partido similar, el PPE podría dejar de ser el primero en el Parlamento y perder la presidencia de la Comisión que ahora detenta Jean-Claude Juncker (muy contrario a Orbán). Por eso parece que el alemán Manfred Weber, el casi seguro candidato del PPE, optará por no alterar la composición actual del partido. Tampoco sería difícil porque podría encontrar serias reticencias en partidos nacionales como el francés o el español.

Quizás así el PPE pueda volver a ser la primera fuerza, pero al coste de tener algunos Orbán en su seno y de no presentar una alternativa clara a la deriva de una derecha extrema que rechaza la inmigración y que puede aumentar su fuerza en las próximas elecciones. La reunión la próxima semana en Austria, donde el PP hace coalición con la extrema derecha, puede ser decisiva. Y todo está abierto porque el partido de Sebastian Kurz, el joven canciller austriaco al que admira Pablo Casado, acabó el miércoles votando contra Orbán. ¿Sabrá prescindir el centro-derecha europeo de algunos partidos con deriva autoritaria que tiene en su seno?