Pues va a ser que el huevo y la castaña sí se parecen. El secretario general del PP, Teodoro García Egea, dice que el "caso máster" de su jefe y el "caso máster" de Montón no guardan ninguna similitud, pese a todos los parecidos que una comparativa desapasionada deja establecer entre las sombras curriculares de la exministra y las del flamante presidente del PP. O, si no, entre las sobreexposiciones a que estas sombras someten sus carreras políticas, incluso si una cometió plagio y el otro no.

Si Montón dimitió el martes, a las pocas horas de que Sánchez le diera el plácet para continuar, es porque el Gobierno del PSOE es "el más débil de la democracia" y va "desnortado" y "a la deriva", no porque incurriera en irregularidades por las que el PP evitó pedir su cabeza para no sentirse concernido por el destino de la política valenciana.

Pero si no hubiera dimitido, mejor, porque ahora habrá que incidir todavía más en las diferencias entre el huevo (plagio) y la castaña (ríos de convalidaciones) para explicar por qué, si el Supremo le imputa, Casado no dimite. No lo hará porque los "inocentes nunca deben dimitir", dejó dicho el martes García Egea; aunque Montón dimitiera sin que los tribunales la tocaran y el "número dos" del PP la excluyera sutilmente de la purga por los másters regalados mediante el uso del plural.

García Egea se deshace en refranes y dichos del hombre común porque el Partido Popular de Casado quiere ser muy popular y campechano y, a la vez, estar a tono con lo que viene, el populismo ultra y solemne. Por eso ha querido emparentar enseguida con el repeinado "premier" austriaco Kurz, y si es menester se dejará crecer una barba bravucona como la de Salvini: un peluquero versátil puede ser una ayuda inestimable para combatir la africanización de Europa.

Todo lo cual, es cierto, queda muy lejos de la contención abulense que Casado pretende haber heredado de Adolfo Suárez a través de su hijo, Suárez Illana, y le aproxima al intimismo ranchero de Crawford, donde el título de campeón mundial de lanzamiento de hueso de aceituna mollar chafá, que el secretario general del PP posee, estaría tan bien visto como el fino veguero texano y los zapatos puestos encima de la mesa.

La cuestión de los parecidos es esencial para Casado. Un bisoño ambicioso necesita tener sólidos referentes. Aznar dentro y el pijo de Kurz fuera. Orbán y Salvini son demasiado temerarios y xenófobos. Y Trump dispara contra todo lo que se mueve, incluidos sus dos pies cuando pasa de la cuarta coca-cola. Pero todo puede cambiar. Y el huevo y la castaña parecerse. Aunque sea el de la serpiente.