¿Cómo definiríamos el momento en que se encuentra el asunto catalán, o sea, el (antes) famoso proces? Aunque parezca que la Diada le ha insuflado aire, dando fe de vida del independentismo y de cierta unidad, la demostración no ha dejado de ser un simulacro, y, a pesar del efecto-presos, no ha roto el techo ya conocido. Digo simulacro porque trata de hacer ver lo que ya no es. Por un lado, el independentismo está hoy de forma indirecta en el gobierno del Estado (se quiera ver o no), lo que habrá abierto canales permanentes de interlocución; por otro, hay diferencias de estrategia, y no sólo tácticas, entre los partidos, y entre los partidos y la calle. El 27 de septiembre y el 1 de octubre se han quedado en unas más de esas fechas de la historia que pueblan su imaginario historicista. Y la prueba definitiva: la dimisión de una apenas conocida Ministra le ha robado a la Diada los titulares.