A finales de los años 20, Pontevedra fue un clamor en favor del adecentamiento de la playa de Los Placeres. Entonces, el popular comerciante Francisco Viñas, dueño de la papelería y juguetería de la calle de la Oliva, dio un paso al frente y solicitó el permiso oportuno para construir allí una nueva Casa de Baños y tratar de recuperar su pasado esplendoroso.

Viñas comenzó la obra en marzo de 1930 con el objetivo de abrir su nuevo negocio aquel verano, y cuando su realización estaba a punto de finalizar ofreció la explotación del bar en alquiler al mejor postor. El conocido camarero Faustino Yáñez se llevó el gato al agua e instaló una gramola para ambientar el negocio con conciertos diarios, mañana y tarde.

La Permanente Municipal aprobó la instalación de tres puntos de luz para prolongar la estancia de los bañistas en los largos atardeceres. Y la empresa del tranvía eléctrico se sumó a la promoción de la playa con unos servicios especiales a precios más económicos: diez viajes de ida y vuelta desde la capital por solo ocho pesetas.

La nueva Casa de Baños de Los Placeres comenzó sus actividades el jueves 3 de julio de 1930 con un completo servicio de casetas, sombrillones y hamacas, además del bar americano y su salón de baile. Aquel mismo día, el Liceo Casino celebró allí un te-dansant solo para socios desde las seis de la tarde, amenizado por una magnífica orquesta.

Francisco Viñas prolongó cuanto pudo su primera temporada con unos concursos de natación, cuyos premios acapararon Luís Rocafort, Santiago Rodríguez y Antonio Riestra, entre otros jóvenes.

A trancas y barrancas, el establecimiento fue tirando los años siguientes, con servicio incluido de agua caliente desde el 1 de julio al 30 de septiembre.

Fuera de temporada, el local también acogió unas cuantas conmemoraciones especiales. Por ejemplo, allí se celebró en junio de 1933 un almuerzo de despedida que el claustro de profesores del Instituto ofreció a Jesús Vázquez, catedrático de Física y Química del Instituto por su marcha a Zamora. Y allí tuvo lugar en 1935 el banquete de boda de Tita Lariño Viñas y Maximino Losada Amor, cuya ceremonia religiosa se ofició en la capilla de Placeres. La novia era sobrina del propietario.

El domingo 23 de julio de aquel mismo años se estrenaba a bombo y platillo un gran trampolín "como las playas americanas", para disfrute de nadadores cualificados, al tiempo que la Casa de Baños de Los Placeres incorporaba a su amplia oferta una especialidad "en algas marinas".

El Círculo Mercantil negoció en 1935 un acuerdo con Francisco Viñas para organizar allí sus fiestas veraniegas. Esos bailes se abrieron el 25 de julio, festividad de Santiago Apóstol, con una actuación de la popular orquesta Amerikan Típica, compuesta por un total de catorce músicos bajo la dirección del maestro Faustino Temes, y se cerraron el 21 de septiembre con otro animado asalto de despedida. Los socios disfrutaron mucho aquellos festejos.

Al año siguiente, la gestión del bar americano pasó a manos del alemán Walter Junghanns, pero el negocio resultó ruinoso por razones obvias. Tras la Guerra Civil, de aquella Casa de Baños de Francisco Viñas no quedó nada en pie, pero enseguida volvió a funcionar un servicio de casetas en la playa para los usuarios habituales.