El final de la Guerra Civil en Pontevedra estuvo marcado por una enloquecida gestión de Manuel Gómez Cantos al frente del Gobierno Civil. Solo permaneció cinco meses en el cargo, entre abril y septiembre de 1939, tiempo suficiente para mostrar como se las gastaba aquel jefe de la Guardia Civil, hasta que algunos años después acabó ante un consejo de guerra.

Una mañana del verano, el gobernador civil anunció de sopetón que la playa de Placeres quedaba reservada única y exclusivamente para mujeres y, por tanto, totalmente prohibida para hombres.

A pesar de tal medida, las bañistas pontevedresas no tuvieron la oportunidad, ni mucho menos, de liberarse de sus trajes tan ñoños, según qué modelos. Gómez Cantos lo dejó muy clarito al dictar su prohibición: "Uso obligatorio de traje de baño completo". Es decir, solo medio brazo al aire en la parte superior y faldas hasta debajo de las rodillas en la parte inferior.

También en este caso, el paso del tiempo puso las cosas en su sitio, y la playa de Placeres recuperó pronto su carácter público sin distinción de sexo.