Me tomé un café en la Plaza de la Princesa con mi amigo Luis Ferreiro y a fe mía que puedo afirmar que fue inolvidable: no solo por su compañía y las palabras que cruzamos, que también, sino por los regalos literarios que con la firma de su padre, el poeta Celso Emilio Ferreiro, hizo llegar a mis manos. Ya conté en estas líneas que estos días ando expurgando mi biblioteca, donando mi colección de libros y salvando solo a los imprescindibles que quisiera que me acompañaran en el final del camino, que espero aún sea largo. Sin embargo, las joyas literarias que me trajo Ferreiro de la fundación que lleva el nombre de su padre pasarán a lugar de privilegio de mis estanterías librescas. ¿Cómo no esa reproducción facsímile de la primera edición de Longa Noite de Pedra 1962 con "limiar" de Méndez Ferrín? ¿Cómo no si es uno de los 100 ejemplares con dibujos serigrafiados de Picasso y Miró? Pero es que además me regaló Ferreiro un ejemplar de los 600 numerados, hechos uno a uno en papel artesano con cartulina rústica de Miña matria Galicia, el poema galardonado con el premio Rosalía en los Xogos Florais do Idioma Galego de Bós Aires en 1968, cuando llevaron a Ferrín de mantenedor. ¡Y el primer disco de canción gallega, aparecido en 1970 en Caracas con voces de Benedicto, Moscoso, Formoso, Rubia... otra joyita!

Una calle Laxe de mucha cocina

Mucha vida culinaria tiene esa calle Laxe de inolvidable historia olívica. Si la recorres, hallas en primera línea al Don Quijote, todo un clásico con su cocina variada y gran terraza. Si desciendes por tan empinada calle hallarás A Costiña da Laxe, con una carta que no excluye el marisco y, un poco más abajo, el venezolano Majagua con sus buenas arepas, seguido del Demetro, del que hablé el otro día y dije que puedes pedir pizzas descomunales de un metro y cinco sabores o de tres en medio metro, Y, llegados al final de la misma, tenéis el Paparrrúa.

Paparrúa, comida callejera

El Paparrúa, donde estuvo en los años 60 la moderna cafetería Josfranc que abrió Pepe Soto, ha tenido antes varias vidas hosteleras y ahora está al frente de ese barco Adrián Santalices, con quien hablé el pasado viernes. Aún no comí allí pero es original su filosofía culinaria: hacer comida callejera de todo el mundo, dándole un toque gallego, ya sea por el producto o por una alteración de la idea original del mismo. Además de la comida también tienen propios cocktails muy desmarcados y diferentes a los que puedes encontrar por Vigo. En su carta puedes tropezar con un curry rojo thai de langostinos y mejillones con arroz frito en coco, una costilla lacada a baja temperatura, tacos de pollo Cajún o ceviche de mejillones, hamburguesas o su propia versión del pepiño de ternera. Y cada fin de semana diferentes sugerencias, cada cual mas alocada, desde un mole gallego de pimientos de Padrón y licor café hasta un ramen de cocido gallego.

Antonio A. "el deseado"

En el barrio viejo el tipo más deseado se llama Antonio y no digo su apellido para que no se añada nadie más, pero sí el apodo: " Arreglatodo". No se le desea por su cuerpo -aunque alguna dama también- sino por su cualidad operaria: lo arregla todo y cobra con honradez. Es el mago del barrio, el más deseado.