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Santiago Lago Peñas.

Turismo y equilibrio

Uno de los primeros conceptos que aprendemos en la carrera los economistas es el de "trade-off"; que equivaldría, con matices, a la idea de disyuntiva en castellano. La mayor parte de las veces tenemos que buscar equilibrios entre herramientas u objetivos, porque casi todo tiene su vertiente negativa, o porque casi todo lleva aparejado un coste. Por ejemplo, es encomiable la búsqueda de la equidad en una Sociedad, pero si nos pasamos podemos dañar seriamente la eficiencia. Si hacemos que el tipo máximo del IRPF se aproxime al 100% haremos que la gente más productiva deje de trabajar, lo intente hacer en negro, o emigre, de forma que al final la tarta a repartir se reduzca. La búsqueda del equilibrio perfecto no es fácil, pero hay que intentarlo como Sociedad.

El turismo comienza a plantear otra disyuntiva. Los turistas traen dinero y alegría, pueden ser un motor de desarrollo importante. Pueden hacer mucho bien. Pero pasado cierto límite pueden convertirse en un arma contra las dinámicas urbanas, la calidad de vida de los residentes y la propia esencia del lugar de destino. Obviamente, la disyuntiva no se plantea en todas partes ni en la misma intensidad. La ciudad de Lugo, por ejemplo, tiene un amplio margen de crecimiento en el número de visitantes sin que se resienta nada. Los efectos positivos dominan claramente a los negativos. Venecia se sitúa en el extremo contrario. Los turistas están cargándose literalmente la ciudad.

En Galicia, la realidad es que hoy la disyuntiva se plantea en muy pocos sitios. En verano en Sanxenxo y algunos municipios costeros de la provincia de Pontevedra. Y en buena parte del año, en Santiago de Compostela. Es en estos espacios en los que deberíamos preocuparnos de hacer ejercicios de prospectiva y analizar el impacto futuro de los turistas que se esperan. Y actuar en consecuencia. Contamos con herramientas diferentes, impositivas y regulatorias, que podemos combinar aprendiendo de los éxitos y fracasos de otros sitios. Lo que no podemos es no hacer nada y seguir celebrando que aumenta la congestión como si fuese un éxito. Quién se está beneficiando del proceso? Quién está soportando los costes? Qué piensan los residentes a los que de un día para otro les han abierto un par de apartamentos turísticos en el edificio, con los problemas de convivencia que lo suele acarrear; o que se sienten literalmente expulsados de sus lugares de ocio de toda la vida?

*Director de GEN (Universidade de Vigo)

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