Entre los pontevedreses existía un gusto especial por la zarzuela en aquel tiempo, pero habitualmente tenían que conformarse con ver las obras por televisión y escucharlas por la radio o en disco. Por ese motivo, la temporada de zarzuela que ofreció Festivales de España desde su inclusión en las fiestas de la Peregrina tuvo una extraordinaria acogida popular.

La compañía lírica Amadeo Vives, que dirigía José Tamayo, ofreció en años sucesivos las obras más famosas y reconocidas, que tarareaban con alborozo y deleite nuestros padres y abuelos: La verbena de la paloma, La boda de Luís Alonso, Doña Francisquita, El rey que rabió, Gigantes y cabezudos, La revoltosa, El barberillo de Lavapiés, etcétera. No faltó ninguna. Los bises se repitieron en diversas ocasiones a petición del respetable.

Ana María Olaria, la intérprete más famosa de zarzuela y ópera en España, debutó en 1961 con La viuda alegre, en la Plaza de Toros. Al año siguiente repitió visita y compartió escenario junto al gran tenor Pedro Lavirgen en una exitosa interpretación de la ópera Marina, de Emilio Arrieta.