Yo sigo de luto por Aretha Franklin, que tantos momentos de gozo nos dio a varias generaciones, y hoy añado un minuto de duelo por los libros de los que me estoy desempeñando tras acompañarme en mi vida doméstica muchos años. Cuando decidí desembarazarme de ese peso busqué en Internet dónde donar libros en Vigo y solo hallé una ong, Aida, y la librería Trotalibros (c/Gerona), de lo que ahora llaman libros Low Cost en vez de Bajo Coste, pero en ambas había que cargar las 15 o 20 cajas y llevarlas. Ni de broma, pensé. Me acordé entonces por medio de Emily Boullosa de mi amigo Alberto Domingo, que montó ese pequeño imperio en el Romil llamado Coleccionistas donde atesora unos 50.000 libros pero puedes hallar discos, sellos, cómics antiguos y de ocasión, descatalogados... y Alberto hizo varios viajes y me llevó incontables libros. Pero mi casa parecía una mina de papel en la que siempre aparecían más libros y una mañana que me crucé con Telmo Domínguez en el barrio y le conté que me resultaba más difícil separarme de mis libros que de una mujer o marido pegajoso, y me dijo: "A mí me gusta tener libros, yo te mando un bracero". Y a las pocas horas ya estaba hecho: doné hasta los que me inspiraron mi tesina en la Universidad, hace siglos. En positivo: desprendiéndome de equipaje para estar más libre.

Una cena en Playa América

¡Qué bien cenamos el otro día en el restaurante Abadía de Playa América, y qué barato porque Jaime Capitán asumió la responsabilidad de la comanda! Nemesio Barxa y yo dos magníficos lenguados de tamaño folio; Jaime unos pescaditos pequeños fritos al punto; Maribel R. Collazo (por cuyo santo invitaba Jaime) y una sociabilísima jueza de A Coruña cuyo nombre callo para que no me vinculen con el aparato judicial, chuletillas de cordero a go-go. Besamos a Begoña Cantero, que tiene casa de verano enfrente y confraternizamos con la mesa de al lado, en la que estaba el florido florista Manolo Castiñeiras con un selecto grupo de varones maduros pero en edad de merecer. Y volvimos a Vigo a medianoche a retirarnos a nuestras habitaciones a horas honradas.

El Plaff se convirtió en playa

No sé cuántos supervivientes habrá hoy de la fiesta que hubo ayer noche en el Plaff, a la que me invitaron pero no fui porque yo ya no doy para tanta marcha. El local, que pasa por tener una clientela muy alegre y marchosa, estaba ambientado con evocaciones veraniegas, no en vano llamaron a tal juerga "Fiesta de los vigilantes de la playa", y de vigilantes hasta con salvavidas podías ver a Xavi y Alberto Petard Pop, Raúl, Loló Domínguez, Edu "Marinita" (que actuaba en Cangas poco antes)... mientras Itos Domínguez vigilaba a los vigilantes y el movimiento playero. Ya el viernes noche llenaron, ¿qué habrá pasado el sábado noche?

O iluminario do país galego

Y que continúa abierta la exposición "O iluminario do país" en la Casa das Artes, de Anxo Cabada. Retratos de 50 escritores gallegos. Os daremos foto.