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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El coraje

Oídas -o leídas- en su momento algunas de las cosas importantes para Galicia que el PSdeG reclamaba cuando aún no se había producido la censura contra Rajoy, y evidenciado su silencio desde entonces, junto a una cierta tendencia al "amén" acerca de las posturas del nuevo gobierno, parece urgente una explicación. Y no sólo porque la debe a su electorado y a los que ahora se lo piensan, sino al país, que podría sospechar, si no se le prueba lo contrario, que el interés de los socialistas gallegos por este Reino varía según quién mande en Madrid.

En este punto es obligada una excepción: la que personifica el Portavoz del Grupo Parlamentario del PSdeG, señor Leiceaga, quien después de unas declaraciones del ministro de Fomento sobre los plazos del AVE afirmó, sin corregirlas, que el proyecto necesita que se cumplan. Fue bastante, sobre todo si se compara -odioso hábito, pero a veces útil- con las serviles de Javier Losada, no se sabe bien si en condición de delegado del Gobierno o "fan" de Sánchez, y más aun con las desvergozadas de José Blanco. E incluso ante la timidez del secretario xeral socialista.

Ahora, al menos en opinión de quien esto escribe, las cosas han cambiado o lo están haciendo en un sentido que no favorece precisamente a Galicia. Y eso evidencia aún más la urgencia de que el PSdeG deje clara su postura ante el futuro inmediato; no porque se espere una actitud beligerante frente a una dirección, la del PSOE, que al igual que la nueva del PP no resulta permeable a aceptar lo que no tiene previsto, pero firme al menos para que aquí todo el mundo sepa a qué atenerse. Y lo de la urgencia, aparte de por lo dicho, se fundamenta en que determinadas medidas, de un coste inaceptable para los gallegos, están ya en marcha.

Se refiere, la reclamación, aparte de a los gestos en los que se especializan más cada día don Pedro Sánchez y su equipo, sobre todo a aquellos -gestos, sí- que según su criterio pueden amansar a la fiera soberanista catalana. Sabe muy bien este Gobierno, como el anterior, que son inútiles, pero se conforma con ganar tiempo sin que la situación se tense más, y así asentar el esperado aumento de votos cuando convoque elecciones. Que es una conducta tan descarada que produce vergüenza ajena, como la de quienes olvidan la palabra dada. Previo pago, por supuesto.

En todo caso, y acostumbrada -pero es de esperar que no resignada- ya esta sociedad a la doble moral que se practica en el oficio político, cumple insistir en que el silencio no puede ser la única respuesta a la habitual manera de actuar de quienes dicen una cosa y hacen otra. Y en la otra gran cuestión perjudicial para este antiguo Reino, la de los retoques asimétricos de la financiación que Moncloa anuncia para posibilitar lo que no es más que utópico hoy por hoy -el "diálogo con Puigdemont- los gallegos tienen una oportunidad de hacerse oír. Y deben aprovecharla, porque a la vista de lo que hay, y de lo que algunos pretenden, puede que en el futuro no abunden otras. Y resignarse a las migajas en lugar de una ración completa, no sólo es una idiotez, sino un desperdicio. De ahí que parezca a no pocos que es la hora de comprobar si las "alianzas" establecidas en su día servían para algo o eran solo un refuerzo para otros objetivos. Y, por supuesto, si el PSdeG pinta algo en el PSOE o sólo da tabaco.

¿Eh??

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