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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La influencia

De modo que, pasado ya un plazo razonable para opinar acerca de la auténtica influencia del PPdeG en el "nuevo" Partido Popular, quizá no sean inoportunas algunas observaciones. Formuladas con espíritu constructivo, aunque la sensibilidad todavía a flor de piel de quienes, aquí, han cabalgado en distintos caballos a lo largo de la carrera, les haga los dedos huéspedes y vean enemigos por todas partes. Sobre todo en quienes -con razón o sin ella- ejercen la crítica desde el animus opinandi y sin pretensión de anatemizar a los nuevos dirigentes.

Es verdad que resulta difícil de aceptar como "constructivo" que desde la cúpula victoriosa se crea impertinente, errónea -o peor todavía, malintencionada- cualquier opinión que no signifique casi un culto de latría al señor Casado. Pero también sorprense que la consideración del Popular como un partido esencial hoy por hoy para el equilibrio del sistema democrático acepte lo que ahora mismo parece una visión cesarista, por no decir mesiánica, de su presidente. Quien por cierto afirma que "no tolerará" corrientes organizadas internas: de ahí a lo del pensamiento único hay poca distancia.

(A estas alturas quizá resulte conveniente otro par de observaciones. Una, el estupor que produce cómo se dice, desde una suerte de general -porque el que calla otorga?- eso de que "el PP ha vuelto", que es lema de los que han llegado trepando a su cúspide. Otra, de desagrado -incluso para muchos críticos del expresidente- por la obvia censura interna que supone esa actitud de los que por cierto jamás tuvieron reparo externo ni hacia Rajoy ni contra Soraya. Pero ya se sabe que "a moro muerto gran lanzada", decían los antiguos analistas de los nuevos valientes.

Probablemente es por eso, que se trata de disimular apelando a los "valores" - no dicen "eternos" quizá por repelús a la memoria histórica-, lo que recuerda tanto a la etapa de Aznar. Porque les guste o no leerlo, es evidente y basta con un repaso comparado de los discursos para demostrarlo. Aunque a esa similitud le hayan salido matices inéditos: por ejemplo los del señor Feijóo cuando habla de "rasguños" para referirse a lo que deja la fallida "integración". Otra novedad lingüística.)

Dicho todo ello, que como siempre corresponde a un punto de vista particular, hay que añadir que en lo que se refiere a Galicia y a su PPdeG -que acaso no sobreviva, porque podría considerarse una "corriente organizada"-, las cosas siguen más o menos como estaban, a la espera de que el presidente de la Xunta ocupe el puesto que tiene allí, prometido reiteradamente -pero sin especificar- por el señor Casado. Los nombres de la ejecutiva no entusiasman ni desaniman, lo que de por sí es significativo, y la presencia de don Alfonso Rueda en el comité nacional no compensa ni de lejos la pérdida de influencia gallega tras el relevo del lucense señor Barreiro hasta ahora portavoz en el Senado, la Cámara que puede jugar un papel clave en el inmediato futuro. O sea, que en resumen, podría decirse que han cambiado las caras para que todo siga igual, y ese status quo no beneficia en absoluto a este antiguo Reino. Por más que se empeñen algunos en proclamar que dos y dos son nueve.

Pero ya se verá.

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