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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La rebelión

Así pues, y quizá para pillar con el pie cambiado a quienes coreaban las "expectativas creadas" por la reunión Sánchez-Feijóo, ha saltado ya la primera sorpresa. Cierto que para muchos no lo es, porque a la vista de la actitud de este gobierno cualquier cosa es posible, pero como va a afectar -para mal- a miles de gallegos/as y hace pasar las promesas, en horas veinticuatro, y nunca mejor dicho, de las musas al teatro -en una obra tragicómica-, viene al pelo para que nadie aquí se confíe, no vaya a ser que cuando se espabile no tenga remedio la burla.

Es evidente que quien esto escribe se refiere al anuncio por parte del Ministerio de Hacienda -"detrás de mí vendrá quien bueno me hará", podría decir Montoro- de eliminar las ventajas que algunas comunidades autónomas habían establecido para aliviar las cargas fiscales sobre las herencias. Curiosamente, la lozana andaluza justifica este aumento de impuestos, aunque le llame de otro modo, como parte de la "política social" del nuevo Gobierno: una excusa pintoresca que acaso espera que convenza a fuerza de repetirla. Ya dijo Goebbels lo de la verdad y la mentira.

De momento, la nueva titular del departamento que se encarga de averiguar cuánto pueden aguantar los ciudadanos en materia de peso tributario sobre las espaldas, ha mantenido el argumentario -de nivel escolar- que parece diseñado por el encargado de Comunicación del presidente Sánchez, curiosamente el mismo que hacía el trabajo para su antecesor don Mariano Rajoy. Y en el fondo. la razón de esa medida, contra la que el presidente de la Xunta se proclama "en rebeldía", parece ser la de castigar a "los ricos", que serían los que tienen algo que legar, pero en la práctica sin beneficiar a los "pobres" salvo por recaudar más dinero con el que financiar gestos varios, que no remedios. Don Pedro no pasará a la historia como Robin Hood: eso, seguro.

Parece inútil insistir en que los impuestos que castigan las herencias son el modelo indeseable de la doble imposición, por cuanto el causahabiente ya ha pagado por lo que deja a sus familiares -y a quien quiera- las cargas fiscales correspondientes durante toda su vida. Pero convencer a esa parte de "progresistas" que quieren arreglar las desigualdades con tópicos del siglo XX -y algunos de finales del XIX- es unas misión imposible. Solo hay que esperar que la democracia los aparte de los puestos de decisión: la experiencia demuestra que la izquierda -española- produce bastante más retroceso que avance.

En ese sentido, pues, la rebelión anunciada por el presidente Feijóo es justa y necesaria, especialmente para los intereses de la población gallega. Ahora faltan por saber dos datos: el primero, cómo llevará a la práctica su declaración y si realmente es posible hacer algo o los pactos eran solo refuerzo de imagen en los tiempos en que parecía aspirar a presidir el PP. Otro, si las alianzas establecidas para evitar "inmoralidades" fiscales y trato desigual contra los cumplidores a favor de los que no lo son, motivado sobre todo por la conveniencia política de quien gobierna, serán eficaces o no. Y si lo primero es difícil, lo segundo semeja casi imposible: los "aliados" socialistas de don Alberto son de los que vociferan en los media contra algunas decisiones de su partido, pero cuando están delante de los jefes se vuelven dóciles como borreguitos. Y eso los hace poco dignos de confianza.

¿O no??

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