Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Juan Tapia.

Nuestro mundo es el mundo

Juan Tapia

Entre el juez Llarena y Pedro Sánchez

El líder socialista aspira a gobernar hasta fines del 2019; si no puede, convocará elecciones con el programa presentado en el Congreso

Este fin de semana hay dos congresos relevantes. El PP debe decidir entre la continuidad (Soraya Sáenz de Santamaría) con sus activos, ya que es el primer grupo parlamentario, pero también pasivos, porque ha perdido el Gobierno, o el cambio, y quizás también la aventura y el salto a lo desconocido (Pablo Casado). Y el PDeCAT, la antigua CDC, que fue un partido del arco constitucional hasta 2010, puede tener que optar entre suscribir y aumentar el desenfreno de los últimos años (difuminándose en el puigdemontismo) o, sin abandonar el secesionismo, intentar una cierta vuelta al posibilismo como propone la actual dirección de Marta Pascal.

| Un congreso complicado para la antigua CDC. Los puigdemontistas, dirigidos por el diputado Albert Batet, se presentan al conclave con dos triunfos. La decisión del tribunal alemán de no extraditar a Puigdemont por el delito de rebelión y -más relevante- la del juez Llarena de, no sólo no aceptar su entrega sólo por malversación, sino revolverse contra los jueces alemanes acusándoles de falta de compromiso y de no respetar el mecanismo de la euroorden para luego -lo más incomprensible- retirar también las demandas de detención contra otros dirigentes independentistas en Bélgica, Suiza y Gran Bretaña. ¿Teme Llarena que los tribunales de esos países suscriban el criterio alemán como más serio que el del Supremo? Lo que parece indiscutible es que ha habido prepotencia y que Puigdemont vende ambas decisiones como su triunfo: Alemania ha decidido que no hubo delito de rebelión y España lo ha tenido que tragar.

Pero el equipo de Marta Pascal ha obtenido logros respecto a sus objetivos. Ha sido clave el voto de los diputados en Madrid tanto en el derribo del gobierno del PP como en la llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa. Y con la actual falta de mayoría en el Congreso, el PDeCAT -si actúa con realismo- puede recuperar mucha influencia en la política española. Y esta acción la cree más rentable que la de Puigdemont, que no quería que ganara la moción de censura porque apostaba a vivir mejor (políticamente) contra un gobierno Rajoy. Por eso para Pedro Sánchez el triunfo del puigdemontismo en el PDeCAT no sería una buena noticia. Su inestabilidad aumentaría.

| El "Financial Times" aprueba la actitud socialista ante Cataluña. Pero pese a la falta de mayoría el líder socialista compareció seguro el pasado martes ante el Parlamento. Lo hizo moralmente reconfortado por un editorial del "Financial Times" del domingo anterior que decía que, pese a que las posiciones de fondo seguían siendo irreconciliables, en el conflicto catalán -el más grave que afronta España desde el golpe militar de 1981- su encuentro con el presidente Torra ha generado atisbos de esperanza en un diálogo constructivo y práctico sobre el futuro. Y el rotativo londinense, una de las biblias de los medios económicos más influyentes, acababa diciendo "las ideas del partido socialista sobre Cataluña son más bien acertadas? más autogobierno dentro de una España reformada sería la mejor solución".

Sea como sea Sánchez esbozó un ambicioso programa basado en mantener el crecimiento económico con una disciplina presupuestaria algo relajada pero pactada con Bruselas, aumentar la calidad del empleo con retoques, pero no abolición de la reforma laboral, lucha contra las desigualdades, diálogo territorial fluido y un papel más activo en la Unión Europea. Sánchez estuvo suelto quizás porque los grupos a su derecha (PP y Cs) no están en su mejor momento, no pueden derribarle y no tienen fuerza -ni interés- para exigir un inmediato adelanto electoral. Y sus críticas a "las cesiones" al independentismo no tienen ahora tanta credibilidad después de que las actuaciones más enérgicas, como el 155 -que Sánchez respaldó-, no hayan resuelto el conflicto.

| Nadie quiere hoy un inmediato adelanto electoral. Y los grupos que apoyaron la moción de censura no tienen tampoco interés en unas elecciones anticipadas. Podemos -con la ausencia por maternidad de Pablo Iglesias e Irene Montero- marcó territorio, pero nada más. El PNV va a lo suyo sin buscar líos y el independentismo catalán exigió la liberación de los presos y le recordó que dependía de su apoyo, pero dejó claro que no quería romper la baraja. Al menos por el momento.

El dedo en la llaga lo ha puesto la corresponsal de "Le Monde", Sandrine Morel, con sus titulares: "Pedro Sánchez tiene ideas, pero no mayoría". Sánchez lo sabe y por eso presenta -respaldado por un gobierno que ha sido bien recibido y por un sensible avance en las encuestas- un programa "realista, europeísta y feminista" que espera que le permita gobernar hasta finales del 2019. En caso contrario, el mismo programa puede servir de plataforma para las elecciones anticipadas.

Ya se ha visto -por ejemplo en las votaciones sobre TVE- que gobernar no le será nada fácil. Pero perder alguna votación no es ni grave ni definitivo. Los problemas que podrían hacerle descarrilar sería un agravamiento de la situación en Cataluña, que haría que el PP y Cs se sintieran legitimados para elevar el volumen de sus críticas, y la falta de mayoría para aprobar el objetivo de estabilidad y, por lo tanto, los presupuestos del 2019. Ahí mucho va a depender de si Pablo Iglesias sigue en estado Errejón y admite que el aumento del gasto público tiene que ser moderado, que el déficit pactado con Bruselas no puede ser papel mojado, que los impuestos son una cuestión delicada que no se pueden subir sin prudencia y que las ministras del ramo -María Jesús Montero en Hacienda y Nadia Calviño en Economía- son quienes deben marcar la frontera entre lo posible y lo aventurero. La aprobación del techo de gasto que el Gobierno decidió el viernes elevar un 4,4%, hasta los 125.000 millones, puede ser clave. El Gobierno lo eleva más que el PIB nominal, como pedía Podemos, pero bastante menos que los 15.000 millones que Alberto Garzón de Izquierda Unida exigía.

Otra cosa sería que el PP bloqueara los objetivos de estabilidad aprovechando su mayoría absoluta en el Senado, que las comunidades autónomas gastaran menos de lo pactado con Bruselas. Pero Pedro Sánchez cree que eso le beneficiaría y se empeña en dejar claro que entramos en una nueva etapa con medidas como la acogida a los refugiados del "Aquarius", la visita de Macron el próximo jueves, que espera que impacte a los votantes de Cs, o el traslado de los restos del dictador. Hay muchos españoles -sobre todo votantes de izquierdas- molestos con que tras cuarenta años de democracia el llamado Valle de los Caídos no haya pasado a mejor vida.

Compartir el artículo

stats