Galicia afronta dos retos extraordinarios. Uno tiene que ver con la gente. Nuestra pirámide poblacional está marcadamente desequilibrada, con los problemas que ello conlleva. Rejuvenecer Galicia no es una opción, es una obligación. El segundo tiene que ver con la tierra. En particular, su abandono. Un abandono que genera costes de muchos tipos, siendo los incendios el que percibimos con mayor virulencia.

Por eso, fue una gran noticia la creación de una Comisión en el Parlamento de Galicia para el estudio y análisis de la política fiscal y la extinción de incendios. Porque el parlamento está para controlar al gobierno, pero también para consensuar asuntos de país; y que esos consensos marquen la política del gobierno de turno más allá de una legislatura. Los dos problemas señalados requieren al menos una década (quizá dos) de actuaciones coherentes y consistentes.

Por eso, es una buena noticia que contemos ya con un proyecto de dictamen que refleja extrema amplitud en los agentes consultados, autocrítica y rigor en el análisis. Sin duda, uno de los mejores dictámenes que ha hecho el Parlamento de Galicia en su historia. Este juicio es compatible con asumir que el texto es mejorable, especialmente en las propuestas; que podemos ser más ambiciosos. Por eso necesitamos ahora un período de mejora y discusión del documento que permita que todas las fuerzas parlamentarias se encuentren cómodas; al menos que ninguna vote en contra. Y eso pasa por una actitud constructiva y dialogante del partido mayoritario y los tres de la oposición. Porque si el Parlamento no es capaz de consensuar diagnóstico y propuestas, cómo vamos a pedirle a la sociedad que lo haga. Porque sabemos que algunas de las medidas que se proponen son impopulares a corto plazo y, por tanto, es básico que los principales actores de nuestro país las defiendan sin fisuras; o, al menos, que no las ataquen.

* Director del Foro Económico de Galicia