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Ceferino de Blas.

Son capaces de recuperar la poesía

¡Quién lo diría, cuando en la anterior época granada para la poesía en Vigo, los únicos poetas que había eran varones! Repásense los días de la poesía, que coincidían con el arranque de la primavera, el 23 de abril, o la relación de escritores de la ciudad acogida a la sombra de Martín Codax, en relato rememorativo y pleno de conocimiento de Manuel de la Fuente. Quienes quieran retrotraerse a aquel Vigo de los años cincuenta y tantos a sesenta y tantos, sepan que la poesía era ubicua, campaba por cenáculos y sociedades, pero también por fiestas populares.

Era un Vigo en el que proclamarse poeta no era interpretado como una rareza, un romanticismo caduco, ni como una cursilería, sino visto con naturalidad.

Vigo, tan cuestionado por su pragmatismo, era una excepción intelectual y cultural, porque en la mayoría de las ciudades nunca hubo un grupo de creadores literarios -etimológicamente poetas-, como el que había en la ciudad.

Las mujeres eran la excepción a la regla, y de forma abrumadora objeto más que sujeto de la poesía. Como en el madrigal de Gutierre de Cetina. Era la época de la poesía amorosa, en la que la mujer estaba para leer u oírla recitar, rara vez para declamar, aunque siempre hubo excepciones.

Aquellos tiempos pasaron, se los llevó el viento de una contemporaneidad pragmática, y se fue también el entusiasmo por la poesía. Pero nunca llegó a desaparecer del todo, porque quedó un rescoldo, entre poetas y poetisas, que no se sabe muy bien por qué, en esta época de ellos y ellas, predomina llamar poetas a las poetisas. Mujer poeta, cuando siempre fueron poetisas, y el vocablo en absoluto suena a relamido.

Pero vayamos al meollo de la cuestión. La transición poética de masculino a femenino, tal vez haya que situarla, como tantos cambios en cuestión de género, en la transición política.

Lo sugiere la recuperación súbita de un opúsculo, fechado en 1978, titulado "Poesías" -así, sencillamente-, de una jovencísima Pilar Comesaña, descendiente en quinta generación del apellido Lema, que siguió la senda de sus ancestros en el periodismo. Lleva un prólogo sesudo, es decir, tomando aquellos versos muy en serio, de Álvaro Cunqueiro.

La joven autora derivaba su vocación literaria hacia la poesía. Como desde entonces harán otra mujeres.

Esa transición poética de masculino a femenino ha cuajado ahora. De repente emergen poetisas por todas partes.

En Vigo acaban de organizarse unas sesiones al aire libre, de recitados poéticos, que va por la III edición del Festival internacional de poesía "PoemaRía", que en esta ocasión tuvo por epicentro la plaza del Abanico.

En este retorno de la poesía a la ciudad, sobresalía la figura de la ganadora de un premio Loewe, Elena Medel, a la que arroparon un grupo de poetisas con una aportación testimonial masculina.

¡ Lo masculino será a partir de ahora testimonial!

Ese retorno del verso a la ciudad tuvo continuidad en la Feria del Lbro, con una antología poética del grupo literario "Haberloshaylos", que así de moderno se denomina, y que está formado predominantemente por mujeres.

Aprovecharon la Feria para presentar sus creaciones con una representación, no como los recitados de los antiguos rapsodas, desde el atril, tras el micrófono o a viva voz, sino como si estuvieran interpretando en un teatro experimental.

La poesía que desgranan es menos "poética" que la que se impuso tras la generación del 27, al estilo de Salinas, es una poesía más social, al estilo de Blas de Otero o Felix Grande. Pero alejándose de la musicalidad rimada, no solo porque la entreveren de prosa sino porque el temario de los poemas es más a ras de calle. Cuenta o recupera historias de la historia cotidiana.

Las poetisas recitadoras lo fueron soltando, una tras otra, entrando y saliendo de la escena, con mayor o menor soltura, con o sin ritmo, pero dejando constancia que hay poetas, la mayoría mujeres, que están dispuestas a recuperar el género para la literatura viguesa.

Es lo que constataron las integrantes del colectivo "Asociación de escritores de Vigo Haberloshaylos". Son los que han publicado el libro "Sinergia". "Una antología literaria a dieciocho manos".

Presumía Leal Insua, el poeta que dirigió este diario entre 1949 y 1961, gran animador del Vigo cultural de la época, que era el periódico con más poetas de España. Sin duda era verdad. Entre redactores y colaboradores formaban un auténtico Parnaso. Vean los nombres: Cunqueiro, Castroviejo, Jácome, González Alegre, los hermanos Siguenza, Celso Emilio Ferreiro, los Alvarez Blázquez, de la Fuente, él y otros varios. Era una constelación de creadores. De poetas.

Pues bien, estas mujeres de "PoemaRía", y del colectivo "Haberloshaylos", son capaces de recuperar la poesía para Vigo, que estaba desaparecida o se había difuminado.

A estas alturas ¿quién es capaz de negar que las mujeres son las que mandan, y las que establecen las pautas, también las literarias? No solo han desalojado a los hombres del oficio, sino que los han suplantado, al ocupar sus puestos. Tienen tantas ganas y tal fuerza de voluntad que llegan para quedarse con la poesía. Al tiempo.

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