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Antonio Touriño

El mirador de Lobeira

Antonio Touriño

O Salnés, mucho más que sol y playa

Empiezan a llegar los veraneantes ansiosos de sol y playa, pero O Salnés es mucho más que eso. Es gastronomía, paisaje, arte, arquitectura, pero sobre todo, hospitalidad, buenhomía y asociado a ello un montón de fiestas, porque diversión se ofrece a raudales.

El programa festivo salpica a todas las localidades, a cada parroquia, lugar y aldea. No hay núcleo que se quede sin sus "patronales" en las próximas seis semanas porque todas se concentran en estos 45 días, hasta septiembre.

Ejemplo de ello es este fin de semana en el que O Grove manda con casi cinco días dedicados a la Virgen del Carmen que mañana recorre la ría a lo grande, con barcos que estremecerán el ambiente con sus bocinas y sirenas para rendir homenaje a la Reina de los Mares.

A pocos kilómetros y menos de media hora, quienes lleguen en esta segunda quincena, podrán disfrutar de las exquisitas vieiras en distintas preparaciones y para completar pasarse por la carballeira de Ribadumia para degustar el exquisito pollo asado a la sombra.

Luego llegarán las exaltaciones del mejillón, la almeja, el berberecho, la paella, a las que rinden homenaje miles y miles de "penitentes" llegados de todos los confines del mundo. Porque si bien es verdad que las playas se colapsan apenas resplandece un rayito de sol, el imán gastronómico es igual de potente durante un verano que todo parece indicar va a registrar un nivel de ocupación similar al del pasado año.

Pero no todo es comida y tumbona en O Salnés. Al turista también hay que convencerle de que se encuentra en un paraíso e insistir en la riqueza natural de O Bao, la belleza de O Carreirón, las fascinantes islas (Areoso, Cortegada, A Toxa), el romántico paisaje del Umia.

Y además un patrimonio histórico que no puede pasar desapercibido por la riqueza románica de Armenteira, O Mosteiro, Sobradelo; por los palacios -algunos en ruinas-, por las descomunales infraestructuras modernas -puente del AVE en Catoira-, por la impresionante arquitectura civil -molinos de viento y de agua, palomares, cruceiros-, por los jardines públicos y privados -Rubiáns, Quinteiro da Cruz, A Saleta-, y por tantas y tantas singularidades -bateas, viñedos...- Imposible de disfrutar en una semana. Ojalá vuelvan también en invierno.

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