Quién lo iba a decir hace unos años que a la economía se adjetivaría de verde, y que buena parte de su funcionamiento girase alrededor del compromiso por el sostenimiento y prevalencia de la estructura ecológica que necesariamente habrá de seguir aportando los medios naturales que los seres humanos necesitan para vivir, teniendo en cuenta que su uso ha de estar sometido a una limitación extrema y por tanto ha de ser eficiente y transparente, por lo que el reaprovechamiento, la reutilización, la recuperación, o la transformación en energía aparecen como elementos estratégicos y cada vez más son más esenciales en la llamada economía circular.

La superpoblación mundial y el avance industrial ha inducido la utilización masiva de recursos energéticos, como los combustibles fósiles y producido desviaciones quizás no tenidas en cuenta en origen pero que han provocado a lo largo de los últimos decenios serios problemas medio ambientales con daños que aún no han cesado, irreparables en el futuro. No se trata, pues, de planteamientos partidistas sobre lo que se debe hacer o no, sino que entiendo que existe un consenso generalizado de que hoy la sensibilidad medioambiental ha llegado y no por poco tiempo.

De esta forma la capacidad futura energética de un país puede determinarse por la capacidad de uso de fuentes renovables y que además aparece una conjunción de factores única en la historia de la producción de energía.

Hoy, sumamos ya no una mera sensibilidad ecológica para entender la energía sino que las fuentes renovables, por la coyuntura pueden no ser rentables, pero con el avance tecnológico la combinación se está convirtiendo en excelente, de tal forma que las fuentes de energía tienen un coste realmente reducido, por ejemplo el aire o el sol, dado que no tienen propietarios y el coste energético se centra en producción que a su vez gracias al avance tecnológico está alcanzando cotas de reducción inimaginables, simplemente hace no más de cinco años.

Las resistencias al cambio son evidentes, mientras muchas personas, dirigentes de países y científicos han prescrito con claridad la senda por donde la humanidad debe discurrir, Acuerdo de Paris 2016, existen intereses y personas que tratan de obstruir el avance de la combinación adecuada entre medioambiente y la energía y sus consecuencias; no obstante, es una guerra que se ganará, pero perdiendo muchas batallas hasta lograrlo.