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Carmen Pérez Novo.

El valor de las creencias

Cada persona percibe la realidad de forma diferente y según su modelo mental

Todas y todos tenemos modelos mentales incuestionables. ¿Y qué son los modelos mentales? Pues, sencillamente, son guías, convicciones que van a suministrar sentido y orientación en nuestra vida. O sea, son ideas fijas, creencias que tenemos acerca de cómo tiene que funcionar el mundo, cómo deben comportarse los demás, cómo deben o no deben hacerse las cosas. Lo cierto es que creemos en ellos de forma incondicional. Bajo ningún concepto estamos dispuestos a ponerlos en duda. Y todo, porque nos dan seguridad. De hecho, preferimos buscar todo aquello que los ratifique. No importa del tipo que sea. Y siempre acabaremos encontrando confirmación para cualquier tipo de creencia que tengamos, ya que nos convertimos en especialistas en anular todas las situaciones que están en franca oposición con ella.

Por eso, si nos detenemos durante unos momentos a pensar en ello, nos damos cuenta de que la vida, tal como la vivimos y pensamos en ella es, sencillamente, una entre muchas posibilidades diferentes. Cada una de las cuales es real o irreal en igual medida. Piensen por unos momentos en un mismo suceso contado por diferentes personas. Puede llegar a ser totalmente diferente. Y todo porque lo hemos fabricado a partir de nuestras creencias. Cada uno interpreta lo que sucede de forma distinta. La realidad objetiva es la misma, pero la percepción, de carácter subjetivo, que se forma en cada mente, es diferente. Es como si fuéramos a la misma ciudad, pero por caminos totalmente diferentes.

Ahora bien, como cada persona tiene sus propias creencias, el aferrarse a ellas nos trae un sinfín de conflictos en nuestra convivencia diaria. A la vista los hechos. Después de millones de años en este Planeta, no hemos resuelto nuestros problemas: nos robamos unos a otros, nos matamos, competimos, nos odiamos mutuamente, queremos tener éxito a costa del otro? ¿Y por qué sucede esto? Pues, sencillamente, por nuestros diferentes modelos mentales. ¿Y donde está la verdad? Ahí radica el quid de la cuestión.

Pero lo bueno del asunto es que los sistemas de creencias no son inmutables. Son susceptibles de modificación. Cualquier juicio que uno exprese, no es la declaración de una verdad universal, sino algo verdadero únicamente para una persona determinada en un momento concreto.

Lo cierto es que, señoras y señores, todas y todos somos diferentes. Los demás pueden tener una percepción de las cosas distinta a la nuestra, pero debemos comprender que es igualmente válida.

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