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La tardía urbanización de Fernández Ladreda

José Mª Fernández-Ladreda y Menéndez Valdés dio su nombre a la avenida de Campolongo por acuerdo unánime del pleno municipal el 18 de marzo de 1948. El alcalde, Calixto Gónzalez Posada, propuso esa denominación a mayor gloria del ministro de Obras Públicas, en agradecimiento por la aprobación de la avenida de Marín. Al mismo tiempo, defendió otra moción para dedicar la calle abierta entre Benito Corbal y Joaquín Costa a Antonio Blanco Porto, primer director de la Coral Polifónica.

Aquel cambio del nomenclátor quizá tuvo algo que ver también con la compra de dos solares en dicha zona por parte de la Obra Sindical del Hogar: uno para construir un grupo de cien viviendas protegidas y otro para un grupo de once viviendas destinadas al gremio de barberos y peluqueros.

El propio Ayuntamiento reconoció entonces la infradotación de servicios básicos en toda la barriada, por medio de una respuesta dada a Germán Ramos Ugarte, un vecino del lugar que pidió la conexión de agua y alcantarillado. La Permanente Municipal contestó a dicha solicitud que "se está procediendo a la toma de datos para redactar un anteproyecto de construcción de aceras a base de contribuciones especiales en el segundo tramo de dicha vía, precisamente la zona correspondiente a los chalets particulares, donde se tendrá en cuenta la dotación de servicios de agua y alcantarillado, así como recogida de aguas pluviales".

A principios de los años 50, Fernández Ladreda solo tenía de avenida el nombre. Más bien parecía un auténtico erial, donde las serpientes campaban a sus anchas, sobre todo en la parte más próxima a la carretera de Vigo. La casita más antigua pertenecía al matrimonio formado por el señor Benito y la señora Carmen, que estaba situada al lado del actual Cash Galicia.

Al otro lado de la calzada de tierra sin asfaltar levantó su casa Desiderio Bernabeu, la única que se conserva de aquel tiempo, y en su planta baja montó una fábrica de calzado. Luego se instaló el Syroco, un cabaret tirando a cutre que marcó la época del destape. La casa de piedra con trasera al río Gafos sigue perteneciendo hoy a la familia Navarro-Bernabeu y allí vive Alfredo Navarro Payá, el filatélico por excelencia de esta ciudad, rodeado de carpetas y álbumes de sellos. Y casi enfrenté construyó Raúl Portela otro antiguo edificio de viviendas que todavía sigue en pie.

Seguramente la falta de urbanización de Fernández Ladreda hasta los años 70 obedeció al retraso acumulado por el polígono de Campolongo, cuyo desarrollo tardó casi una década. Esa larga espera prolongó, a su vez, la agonía del campo de deportes de la OJE en el pazo de los marqueses de Leis. Los chavales de entonces no olvidaron nunca sus andanzas en el río dos Gafos, finalmente cubierto en aquel tramo donde tanto disfrutaron.

El acuartelamiento y los bloques de viviendas para familias de militares, con la residencia de jefes y oficiales, dio vida a la parte colindante con la carretera de Marín, bastante más poblada desde el primer momento.

No obstante, lo cierto y verdad fue que la avenida de Fernández Ladreda (ahora de Mª Victoria Moreno) nunca llegó a inaugurarse oficialmente, quizá por vergüenza torera.

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